Cuando han pasado ya unos días de la movida política desencadenada en Calvià por el cese del director general Juan Antonio Marcos y la posterior dimisión del teniente de alcalde de Participación Ciudadana y Juventud, Israel Molina, ningún portavoz oficial u oficioso de Sí Se Puede (SSPC) ha abierto aún la boca -en forma de comunicado, mensaje en redes sociales o rueda de prensa- para dar una versión de lo ocurrido y de lo que está por ocurrir. Quizá alguno de los 1.672 calvianers que votaron por esta opción política en las elecciones municipales de mayo de 2015 se haga preguntas que los responsables del partido deberían responder. Cuestiones como las siguientes: ¿Qué le pareció a la dirección de SSPC que el alcalde socialista Alfonso Rodríguez Badal cesara al director general que era una apuesta personal de esta formación política?, ¿SSPC comparte o no los motivos que adujo Molina para dimitir?, ¿le apoya en su decisión?, ¿qué opina SSPC de que vaya a entrar un regidor o regidora de Podemos, partido con el que ha mantenido serias discrepancias?.
El tema de la semana en Calvià -la dimisión de Molina- deja una reflexión de índole arquitectónica que se hacen algunos miembros de la corporación. Al desplazarse un asiento cada concejal para cubrir el puesto que deja vacío Molina, volverá a quedar vacante la silla al lado de una de las columnas que presiden el salón de plenos y que, en la práctica, hace que su ocupante pase totalmente desapercibido. Ya se hacen cábalas con su próximo ocupante: la persona que entre como concejal sustituyendo a Molina.
