La 'fireta' del Dijous, la parte artesanal y de producto balear del mercado tradicional de Inca, languidece tras tres años de esplendor. La desidia de la asociación de comerciantes y la prolongación de los estudios que lleva a cabo el Ayuntamiento sobre la reordenanción del mercado han provocado que lentamente se hayan ido despoblando lo callejones del mercado de abastos. Ayer los pocos artesanos y payeses que quedan en la zona se lamentaban de la poca afluencia de visitantes. Joan Guijón, charcutero de Alaró; Joan 'Betlí', payés de Porreres; Antònia Vallespir, payesa de Biniamar; Gonzalo Sánchez, cestero; Laura Atero, aceitera; Andrés Carrillo, zapatero, y Mischa Neuhaus, bisutera, son los últimos que aguantan.
Ayer el sol caía a plomo sobre la plaza de España de Inca; un enclave que, como sucedió con la plaza de Mallorca, fue planificado como espacio diáfano pero se olvidaron de que necesitaba sombra. Este lugar es el que ocupan las floristas durante el mercado del Dijous. Ayer tuvieron que ingeniárselas colocando toldos con lonas y telas sombreadoras ante la falta de sombra para sus plantas. El Ayuntamiento tiene previsto colocar en breve una lona que cubra parcialmente la plaza para evitar la terrible solana que padece.
El área de Comercio y la de Mercados del Ayuntamiento de Inca planifican una feria extraordinaria para el último viernes de agosto (día 26). Se tratará de un evento nocturno que aprovechará el embrión del mercadillo artesanal de cada viernes al que se le agregarán más puestos de artesanía y también actividades lúdicas y culturales. Se está negociando con establecimientos de la zona que también se lleve a cabo una oferta específica de tapas y pinchos así como que los comercios prolonguen su horario de cierre para ese día.
