Una de las pocas playas naturales de Calvià en un entorno urbano -sin hamacas, sin sombrillas, sin velomares, sin chiringuitos, sin puestos de masaje y sin jet sky- se encuentra en Costa de la Calma, delante de la urbanización Monte de Oro. Hace ya más de un lustro, perdió parte de la franja de arena a causa de un temporal, franja que nunca se recuperó. Aun así, no perdió su encanto y, verano tras verano, siguió siendo muy frecuentada. Sobre todo por residentes de la zona.
En este inicio de temporada, presenta un aspecto inusual, tapizada de algas hasta arriba. La combinación de algas con el agua estancada genera un olor que no invita a los bañistas a disfrutar del lugar. A ello hay que unir la sensación de dejadez que da tal estado de cosas. Al menos hasta este fin de semana, nadie había puesto remedio para sanear este punto del litoral. Por oposición, en un pequeño arenal situado a pocos metros de éste, Cala Blanca, en el camino al chiringuito de Costa de la Calma, se han hecho significativos avances en los últimos veranos, lo que hay que reconocer positivamente. La última actuación -este mismo año- ha consistido en incorporar arena y ahora luce inmaculada. Como nunca antes. El tema es que esta playa se encuentra al lado de un hotel, que fue el que pidió a Demarcación de Costas la regeneración del arenal. De ahí que alguien se puede interrogar sobre la importancia de la conexión turística para conservar en condiciones puntos del litoral.