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Historia

Las visitas del Arxiduc a sa Pobla

Luis Salvador de Habsburgo acudió a la localidad en un par de ocasiones para negociar la compra de la emblemática 'possessió' de Miramar al acaudalado 'pobler' Joan Serra Serra 'Verdal'

El Arxiduc Lluís Salvador llegó por primera vez a Mallorca en el año 1867.

La celebración del Any Arxiduc invita a desempolvar documentación escrita que certifica las dos o tres visitas a sa Pobla del Archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena y de Borbón, Archiduque de Austria (1847-1915) e hijo del rey Leopoldo II de Toscana. El Archiduque llegó por primera vez a Mallorca en 1867, movido por su interés científico. Recorrió durante tres meses Menorca, Eivissa y Formentera. Volvió a Mallorca en 1871 y el 20 de enero de 1872, visitó el domicilio de Joan Serra Serra Verdal, interesándose por la compra de la possessió de Miramar, propiedad del acaudalado pobler.

Serra, políticamente, era de tendencia conservadora y, según Alexandre Ballester, "encarnó el protagonismo de cabeza del partit conservador, en el ejercicio, y práctica, del modelo de caciquismo local". Con la venta de Miramar, Verdal aumentó todavía más su patrimonio familiar, invirtiendo el capital procedente de la venta -en un documento se habla de 14.000 libras y en otro de 4.000- en la compra de terrenos en sa Pobla, fincas situadas en dirección norte hacia la Serra de Tramuntana. El hombre, aficionado a la caza, murió en 1893, a causa de un accidente fortuito de caza en la finca Santa Eulària de Can Picafort. Joan Serra ostentaba el título de Comendador de Isabel Católica, por decisión personal de Alfonso XII, entonces rey de España, el ocho de agosto de 1884.

Condes de Formiguera

El Arxiduc, que durante su estancia en Mallorca se hospedaba en Palma en la casa de los Condes de Formiguera, el día 19 de enero de 1872 partió de la Porta de Sant Antoni con la galera de don Juan Palou de Comasema, acompañado por éste y por don Manuel de los Herreros para asistir, el día siguiente, San Sebastián, al tradicional baile de les Àguiles que se celebra en Pollença. Habían pernoctado en la posada de Palou de Comasema y amanecieron bajo una lluvia torrencial y permanente que impidió la celebración de los festejos. Asimismo la adversa metereología desbarató los planes que tenían el Arxiduc y sus acompañantes de visitar la Vall d'en March.

Ante tanta adversidad, Luis Salvador decidió viajar hasta sa Pobla con la intención de entrevistarse con Joan Serra, del que tenía referencias de sus intenciones de vender Miramar. En su relato Lo que sé de Miramar, el Arxiduc lo narra así: "Llegamos a la calle Mayor, que parecía un torrente; no se veía un alma. Finalmente pudimos preguntar a una señora, que se asomaba por la puerta de su casa, cuál era la casa del señor Serra [...]. Pasados unos instantes, se presentó un hombre de una cuarentena de años, de aspecto amable: '¿Es usted don Juan Serra?', le pregunté. 'Sí señor', me respondió [...]. 'Me han dicho que tenía usted una pequeña possessió en la costa de Tramuntana, llamada Miramar, y que querría venderla', le dije". La operación se acabó formalizando.

Si bien el Archiduque ocupó enseguida la finca y empezó a hacer reformas de mejora, por motivos burocráticos, la escritura de compraventa no se firmó hasta el mes de julio del mismo año 1872, lo que sería motivo para que el Arxiduc y Joan Verdal intercambiaran nuevos encuentros. De los apuntes que tomó en este su primer viaje a sa Pobla, describió su visión de la villa, justo después de haber observado atentamente el oratorio de Crestatx: "El terreno se vuelve ahora llano. Los campos están regados por numerosas norias a cuyo fin se colocan tubos de arcilla sobre palos de madera, que van gradualmente bajando, formando así conducciones de agua elevadas sobre el terreno. Si uno deja que su vista vague por el llano, descubrirá pronto los pantanos de la Albufera y la solitaria villa de La Puebla con su iglesia y los molinos de viento..."

Ya en las cercanías de la villa, escribe: "Mediante un puente se salva el torrente de San Miguel, que en verano está seco. Pasando entre numerosas higueras se llega a la calle del cementerio, a La Puebla. Este pueblo, está situado en una llanura y pueden distinguirse muy bien, gracias a la altura de su iglesia y a los molinos de viento que, levantados sobre los bancales, le rodean".

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