El pleno de Calvià cerró ayer el telón por esta legislatura. Al menos, en su formato ordinario. Los calvianers (pocos, a decir verdad) que se acercaban el último jueves de cada mes al salón de plenos se quedarán, de esta manera, sin presenciar algunos duelos dialécticos que se han convertido en todo un clásico de esta legislatura, con toques surrealistas incluidos. En esta categoría, se inscriben por ejemplo los rifirrafes protagonizados por la concejal popular Eugenia Frau y el portavoz socialista Alfonso Rodríguez Badal, que ya no se repetirán porque la edil va en la lista del PP al Parlament.
Mención aparte merece otro choque dialéctico clásico de los plenos, al que se han sometido con frecuencia el teniente de alcalde Miquel Bonet y el regidor del PSOE Andreu Serra, ya que los dos tienen su ámbito de acción política en Calvià vila. Fue impagable su cruce de argumentos sobre la afluencia a Sa Societat ("¿Por qué no se sienta en la terraza y se dedica a contar la gente que entra?", le vino a decir Bonet a Serra en una respuesta oficial).
Ayer, dejaron un último cruce para el recuerdo, a propósito de la nueva ordenanza de ruidos. Serra le sacó a colación toda una teoría comunicativa sobre la necesidad de que haya un emisor, un receptor y un mensaje para que la gente se entienda. "Yo, como receptor, sí que he recibido su mensaje [de que el PSOE se abstenía en la ordenanza]", le contestó Bonet, cerrando el último de este otro clásico de los duelos dialécticos.
