Tras un año sin celebrarse, ayer Sant Joan recuperó su tradicional Festa des Botifarró, que se remonta a 1966 cuando la Penya Motorista organizó su primera edición.

Bajo la amenaza de la lluvia, a las doce del mediodía se encendieron las primeras torradores dando por inaugurada y recuperada la fiesta. La tregua que concedieron las nubes fue breve, pero no impidió que los comensales degustaran los botifarrons y las longanizas típicas de este guateque culinario.

Provistos de paraguas, los asistentes saborearon la auténtica torrada, propia de este encuentro, e impidieron que el mal tiempo arruinase la jornada. Durante todo el día, un conjunto de actividades con juegos populares infantiles y los xeremiers animaron a los comensales que acudieron al ágape.

La plaza de la Constitución fue el punto de encuentro de cientos de personas que se apuntaron a la cita para probar los botifarrons santjoaners y disfrutaron de las actividades que la organización había preparado. No faltaba ni un detalle, los accesos al recinto trasladaban a los asistentes a la Mallorca antigua, ya que estaban engalanados con fasers, flores, murta, botifarrones y longanizas.

Sant Joan, con su fiesta más popular, volvió a reunir ayer a residentes y vecinos de otras localidades después de un año de paréntesis.

El inicio de este evento, considerado uno de los primeros dedicados a una especialidad culinaria, se remonta a 1966 cuando la fundó la Penya Motorista de Sant Joan. Este año los impulsores han cedido el tradicional festejo al Ayuntamiento, quien ha delegado el desarrollo a un grupo de vecinos capitaneados por Catalina Gayà. Un centenar de personas, que por diferentes motivos están acostumbrados a preparar actos multitudinarios como el de ayer, se decidió a organizar la jornada para evitar su desaparición. Y este centenar de vecinos trabajaron a contrarreloj para devolver al pueblo la vitalidad de su fiesta más auténtica.