Los ladridos en Son Reus hacen demasiado ruido para los tres voluntarios que paseaban ayer por la mañana. El último perro que ha entrado está en los brazos de Joana Marqués, voluntaria desde hace cuatro años, parece que se siente seguro a su lado aunque sigue algo aturdido. Empezó a ser voluntaria con una de sus nietas los sábados y luego decidió convertirlo en una costumbre porque «esto me llena» asegura. 

A pesar de la energía arrebatadora que desprende, ella solo puede ocuparse de los más pequeños «aunque haga clases de Taichí, no tengo tanta fuerza» bromea. Poco después, Marqués tiene a otro perro atado a la correa que ella misma trae, sus caminatas van una tras otra sin que el caluroso sol de verano la pare. 

Otra de las voluntarias admite que prefiere dedicar su tiempo a los más grandes que se encuentran en otra caseta: «Los pequeños me dan menos pena, les adoptan mucho más rápido». Simba, uno perro imponente en tamaño pero menos por su bondad, es su acompañante durante la próxima hora. Este sabueso fue renunciado por la que ha sido su familia durante 10 años hace pocos días, ahora Maria José es su cara más amiga. 

El caso de Simba no es un caso aislado, a pesar de que la circunstancia más común es la renuncia, algunos dueños toman la decisión de dejar a sus mascotas después de años con ellos. Hay situaciones que convierten en imposible seguir cuidándolos, pero hay otras generadas por la falta de voluntad y el egoísmo: “Hace unos días llegó una pareja y dejó a su perro, parecía que luego se iban a la playa como si no les importara” comenta una las personas que pasan sus mañanas paseando a estos animales. 

Los paseos duran más de los 20 minutos que se suelen pedir, un aumento que no es de extrañar si tenemos en cuenta que algunos de ellos llevan sin jugar con algún compañero desde la semana pasada. Uno de los voluntarios, Fran Garí, comprueba la pizarra blanca en la que apuntan los días que ha salido cada uno de los caninos, y lo tiene claro: «Sácame al 36 que no ha salido desde el fin de semana». 

Son pocos aquellos afortunados que cuentan con numerosos ticks en su casilla, los más afectados son los más «complicados» porque es necesario la ayuda de una segunda persona para poder acompañarlos en su salida. 

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Abandono de perros y gatos en Mallorca: faltan voluntarios en Son Reus B. Arzayus

Los números se cantan por el recinto, «el cuarenta» o «el quince», son las denominaciones que reciben asociadas a la caseta que les alberga. Sin embargo, eso no es un impedimento para que los voluntarios que los visitan decidan ponerles un nombre para no olvidar el afecto que merecen: «Este aún no tiene nombre porque acaba de llegar» explica una voluntaria. 

Todos estos paseadores se han llevado el trabajo a casa, adoptando a algunos de los sabuesos abandonados. El fallecimiento de la perra que acogió Garí ha hecho que él volviera ayer como voluntario después de tres años sin pasear por la finca, y ha tenido «un reencuentro con el pasado» con un perro de la misma raza que su antigua amiga, Marqués tiene cuatro perras en casa, una de ellas un chihuahua que es «una bolita de grasa» mayor por la que «nadie se iba a interesar». No solo ellos, los trabajadores del centro tampoco pueden resistirse a compartir sus hogares con estos animales.  

Los felinos están algo más olvidados, considerando su independencia, no necesitan a alguien que les acompañe en sus paseos como lo hacen sus otros compañeros de cuatro patas. Esto no disminuye la necesidad de atención y cariño que sus vecinos reciben gracias a la acción de voluntariado que arropa Son Reus. 

Necesidad de voluntarios

Este lugar de protección animal acoge a «82 perros y 79 gatos» en estos momentos, informa el director de la perrera de Son Reus, Pedro Morell. La pandemia redujo a casi la mitad el número de voluntarios que acudían a pasar tiempo con los animales, limitando a diez los chalecos disponibles. «Antes llegabas, dejabas tu identificación al de seguridad, te daba un chaleco y pasabas», comenta el voluntario recién llegado. 

El procedimiento para inscribirse en el voluntariado se ha ido complicando durante estos últimos años. Ahora todas las personas interesadas deben rellenar una solicitud presencial en cualquier punto de atención a la ciudadanía del Ayuntamiento de Palma. El registro no es suficiente ya que Son Reus tiene que pedir a Cort que envíe a los voluntarios ya registrados la aprobación de su convenio: «Sé de gente que ha enviado la petición y todavía está esperando la respuesta» lamenta una de las personas que acompaña a los animales cada mañana. 

Aumenta la adopción

El aumento en la concienciación de la gente poco a poco va creciendo, una situación que permite que hablemos de un aumento en las adopciones en el primer semestre de 2022, concretamente de la salida de 244 perros y 214 gatos del centro. Por lo que la ocupación no está superando más del 70%, algo que permite seguir con la política de sacrificio cero conseguida hace ya seis años. 

Sin embargo, no hay que olvidar que este número está totalmente relacionado con el aumento de abandono que hay este año, bastante más alto que el de los años anteriores 2021 y 2020 en los que se consiguieron mínimos históricos a causa de la pandemia.