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Una convivencia especial en Eusebi Estada

Los sintecho comparten espacio con los feriantes de la antigua estación de autobuses

La antigua estación de autobuses de Eusebi Estada, espacio de los sintecho y los feriantes. | GUILLEM BOSCH

Sobre las cuatro de la tarde, los feriantes de la antigua estación de autobuses en la calle Eusebi Estada empiezan a preparar sus atracciones para la jornada. Una de las primeras cosas que hace la dueña de la pista de los coches de choque es cerrar el telón rojo que separa la pequeña feria del campamento de los sintecho que viven justo detrás.

El contraste salta a la vista. Un asentamiento de personas sin hogar que, de forma permanente, vive en el aparcamiento de la antigua estación, frente a una colorida exhibición de atracciones de feria para niños: desde una churrería, hasta un tiovivo y varias casetas iluminadas con una festiva decoración brillante.

La convivencia es, cuanto menos, especial; aunque no problemática. Al menos de momento. Los vecinos contiguos se aceptan mutuamente, aunque los feriantes montaron las atracciones hace apenas dos días y siguen mirando de reojo el asentamiento.

La dueña de la pista de coches, que instala el puesto cada Navidad en Eusebi Estada, asegura que el campamento lleva años ahí, y que por lo general no da problemas. Alguna vez, los indigentes incluso echan una mano para vigilar las atracciones.

Los feriantes menos veteranos siguen teniendo dudas, sobre todo de cara a los fines de semana: «No sabemos si harán fiesta y se emborracharán», expresa uno de ellos, que ha visto a voluntarios prestándoles ayuda y cree que los sintecho que residen en el aparcamiento son personas que tienen problemas con el alcohol y las drogas.

Al parecer, el acuerdo no escrito de respeto se pactó hace años, aunque no deja de sorprender a los nuevos. El clima receloso se sana con el tiempo, al ver que cada uno hace su vida indiferente al otro.

El telón rojo

Lo que cabe esperar es que la Navidad se resuelva sin problemas, como otros años en los que el mayor contratiempo ha sido la suciedad o alguna pelea poco trascendental de madrugada, cuando las atracciones ya estaban cerradas.

Igualmente, para mitigar el sorprendente contraste, el telón rojo pone la venda a los asistentes, para que disfruten sin tener que recordar que los hay menos afortunados.

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