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Modas Madrigal, adiós a seis décadas de calidad a medida

La propietaria de la reconocida tienda de la plaza Santa Eulàlia, Leonor Martorell, se jubila a finales de septiembre tras vestir toda su vida a clientas de la isla que buscaban exclusividad

Leonor Martorell Mascaró mira a su madre, Antonia Mascaró Madrigal, mientras muestra dos fotografías de los desfiles de moda que celebraban en la tienda hace décadas. m. mielniezuk

Antonia Mascaró Madrigal, a las puertas de sus 90 años, estaba ayer entretenida ajustando un vestido de topos de una clienta. "Tengo muy bien las manos y la vista", responde ante la sorpresa de que siga haciendo arreglos. "Todos los días", destaca. También tiene muy buena memoria y de inmediato echa la vista atrás para recordar que en Modas Madrigal -en honor a su madre- trabajaban "hasta 25 modistas y, cuando se casaban, recibían como regalo de boda el traje de novia, hecho aquí". La fundadora de la tienda-taller situada en la plaza Santa Eulàlia 4 y su hija, Leonor Martorell, dirán adiós el último día de septiembre a 63 años al frente de un negocio reconocido por la calidad de sus prendas creadas a medida.

En los inicios no existía la ropa de confección, sino que "todo se hacía cosiendo a mano, trajes, blusas, faldas, vestidos e incluso bañadores", como detalla Leonor, que cogió el relevo de Antonia cuando se jubiló. Ahora lo deja ella, aunque sin continuidad en la siguiente generación. "Lo decidí el pasado enero, cuando enfermó mi marido, que trabajaba aquí desde hacía 37 años, por lo que este cierre no es consecuencia de la crisis, pese a que también ha afectado", reconoce.

"La covid está acelerando todo y, en caso de haber seguido, no hubiera podido traer nada de la feria internacional de confección de Madrid, que se celebraba cada año en septiembre y no se hará", explica. Modas Madrigal siempre ha ofrecido "prendas de calidad extraordinaria que se compraban a pequeños talleres de modistos, todos nacionales, con colecciones reducidas", remarca respecto a la exclusividad de la ropa. "La crisis por la pandemia ha provocado que tres de los proveedores hayan tenido que cerrar", como lamenta Leonor Martorell sobre el final de un modo de trabajar y de atender a las clientas, procedentes de toda la isla, que desaparece con este comercio del casco antiguo.

Lejos quedan los tiempos en que Antonia Mascaró acudía dos veces al año a desfiles de moda de París para inspirarse en las nuevas tendencias. "Iba cada temporada y después compraba las telas en Barcelona, cuyos tejidos eran de muy buena calidad", en palabras de la hija. Pocos meses después de nacer, en 1957, su madre decidió abrir la tienda-taller, por lo que la vida de Leonor ha transcurrido prácticamente allí.

"Al comienzo se encontraba en la calle Velázquez, en un primer piso encima de plásticos Gómez, y en 1961 se trasladó a la plaza Santa Eulàlia", relata. El éxito fue rápido, ya que muchas clientas de Antonia cuando trabajaba en el taller de costura Casa Mimosa se fueron con ella a Modas Madrigal y formaban cola en la entrada para tener un vestido cortado por sus manos. Ahora madre e hija clausurarán un negocio que en sus mejores tiempos tuvo una veintena de modistas e incluso desfiles de sus creaciones.

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