La Empresa Municipal d’Aigües i Clavegueram (Emaya) era consciente de la situación límite en la que se encuentran las infraestructuras de depuración en Palma hasta el punto de que la dirección de la empresa municipal, en el último mandato del PP, quiso redactar el proyecto de la nueva depuradora que debe sustituir a la del Coll d’en Rabassa, construida en 1975, con el fin de agilizar la ejecución de las obras por parte del Gobierno central. No obstante, desde el entonces ministerio de Medio Ambiente, celosos de sus competencias, no aceptaron el ofrecimiento de la empresa municipal. El resultado es que, más de cinco años más tarde, aún no se dispone del proyecto. La escasa o nula implicación de las administraciones con el saneamiento de la Bahía de Palma también ha tenido como protagonista al Govern balear hasta el punto de que, ya en octubre de 2014, el entonces gerente de Emaya, Pedro Campaner, alertaba sin éxito a la conselleria que dirigía Biel Company de que la situación de los vertidos “es insostenible” y reclamaba una actuación “inaplazable”. La misiva incluía además una dura crítica a la conselleria de Company “por la inversión nula del canon de saneamiento durante los últimos cinco años”.
Normativa de salud laboral
Antes del verano funcionarios y ciudadanos se sorprendieron por las obras realizadas dentro del pasillo de la primera planta del edificio municipal que da a la plaza de Santa Eulàlia. Meses más tarde, las obras han finalizado y el espacio sigue inutilizado debido a las numerosas denuncias de los sindicatos y de la inspección de Tabajo por no reunir las condiciones de salud laboral.
