A Antonio Navarro Planiol se le eriza la piel cuando habla de sus padres Felipe e Isabel y le bailan los dedos cuando pasa una palma para hacer un pliegue y elaborar una espiga. "Las palmas son como las personas, no hay una igual, todas tienen su huella dactilar", dice.

Aprendió el oficio desde pequeño. Como hizo su padre, guiado por el abuelo y así hasta alcanzar al bisabuelo que fue quien plantó las palmeras que se levantó en una noche. Su hijo sería quien años después se encargara de las palmeras del Paseo Marítimo. Este sábado entregan a la Familia real en Marivent tres palmas trabajadas, y el Domingo de Ramos, el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, portará la palma.

"Quiero contarte algo que explica cómo es mi familia y el vínculo que tenemos con este trabajo: Mi madre está ingresada desde este miércoles, pero este jueves pidió permiso para salir dos horas del hospital para acabar la palma del obispo", cuenta con orgullo de palmero.

Oriundos de Elche, a excepción de su madre Isabel que es de Manacor, los Navarro cuentan con el vivero número 48 de toda España. Hacer las palmas del Domingo de Ramos es su principal cometido. "Antaño se vivía bien de trabajar las hojas de la palmera porque se hacían alfombras, capazos...; se aprovechaba todo. Hoy trabajamos ocho meses para un solo día, el Domingo de Ramos", indica Antonio Navarro.

Tras esa pequeña palma elaborada hay un proceso largo y laborioso. Cada palmera datilera necesita 4 años hasta que está lista para trabajar las palmas de la Pascua.

Cuando las palmeras alcanzan el metro, metro y medio de altura, se tapan durante seis o siete meses para la fotosíntesis y evitar que se vuelvan verdes. Si te pasas de tiempo, asoma la punta verde que la inutiliza para el Domingo de Ramos, la fiesta que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén.

Servicio a toda España

"Servimos a toda España, de ahí que nos repartamos por zonas y tareas. Un hermano se dedicaa la zona de Valencia, otro se queda en Elche; mi tío en Barcelona, y nosotros nos vinimos a Mallorca. Aquí cada uno tiene su función", comenta en un alto del reparto en los puestos de la Rambla como el de Marga Vallespir, cuarta generación de venta de flores.

Este año, a pesar de la enfermedad de la madre que le mantendrá fuera de su habitual puesto de venta en la entrada de la Catedral, hay más alegría. Todo se ha puesto a favor. Al contrario que el 2018, un año nefasto.

"El año pasado fue el peor que yo recuerdo. Hubo muchas pérdidas porque el Domingo de Ramos cayó un 20 de marzo, en Valencia puente y a la gente le gusta disfrutar y muchos se fueron de viaje; después, los mayores que son quienes siguen la tradición, no cobran la pensión hasta el día 25, y para rematar, llovió toda la semana. ¡Este año abril acompaña, y va bien!", afirma aliviado.

Los largos meses de trabajo, haciendo pliegues, cosiendo con hilo de palma hasta engarzar las pleitas, las canutes, las yayas y otras espigas de filigrana serán los protagonistas del inicio de la Pascua.

Además de las palmas, la tradición recuerda que a Cristo le recibieron con hojas de olivo. En el obispado, se regalan a quien acude a la ceremonia previa a la Misa, cuando la bendición. Son ramas de olivo de diferentes posesiones de Mallorca.