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Sobre celebraciones y multas

Sobre celebraciones y multas

Apetece celebrar los éxitos, pequeños y grandes, especialmente cuando detrás de la buena noticia está el trabajo desinteresado de mucha gente que ha dedicado tiempo, energía, ideas y algún dinero a conseguirlo. Es el caso del Port del Molinar.

Muchas personas y entidades (Salvem el Molinar, ARCA, GOB, Vogar i Ciar, Greenpece i Amics de la Terra) hemos dedicado seis años a alertar a la ciudadanía, abrir los ojos a nuestros representantes políticos y presentar alternativas ante la amenaza de destrucción del pequeño puerto del Molinar. Y hemos ganado. El triunfo se disfruta mucho más si se comparte con cada persona que puso su firma en las mesas que incansablemente simpatizantes de Al Molinar Port Petit ponían sobre el paseo un fin de semana tras otro. En esas mesas siempre estaba la cara sonriente de Domingo, el compañero que también pintaba pancartas y animaba con su espontaneidad los actos lúdicos que se organizaban con gran participación del vecindario, del que él formaba parte. Cuesta hablar en pasado. "Domingo hoy disfrutaría con nosotros" me decían Isabel y Pedro, dos amigos a los que conozco desde el principio de la reivindicación y que, como yo, el domingo se habían acercado al puerto para ver cómo se iba vaciando de embarcaciones para que empiecen las obras de rehabilitación. Sonreíamos porque se palpaba un futuro de ilusión y la imposición de la lógica y del sentido común, y eso no siempre impera.

Aún colean los intentos de impedir una rehabilitación digna desde quienes durante años han intentado destruir el paisaje y la historia del Molinar pretendiendo hacer un nuevo puerto muchas veces mayor al anterior y arrasando todo vestigio de su propio pasado. La última jugada ha sido no facilitar la salida de las barcas. Leo en el Diario de Mallorca que ha tenido que intervenir la Autoridad Portuaria para recuperar las llaves del pantalán provisional que se había dispuesto generosamente para sus amarristas en el Portitxol y entregarlas a los usuarios. Parece que el anuncio de multas, si no se retiraban las embarcaciones, ha facilitado mucho las cosas.

Además de la constancia ciudadana, ha sido imprescindible que los responsables de las administraciones cumplieran con el compromiso firmado con nuestra campaña, Al Molinar, Port Petit. Un compromiso que consistía en rehabilitar el pequeño puerto del Molinar sin que creciera la ocupación del mar. También, en el escrito, se garantizaba la conservación del edificio centenario. A eso se comprometieron Més, PSOE, Ciudadanos, el Pi y Podem. Y lo han cumplido, desde los lugares de decisión o de oposición, a través de un excelente proyecto firmado por la Autoridad Portuaria, que es quien hará la inversión.

No sé quién gobernará en la próxima legislatura, ni en el Ayuntamiento de Palma ni en el Govern, pero lo que sí sé es que hay proyectos que, en cualquier caso, deben estar por encima de diferencias políticas y tener continuidad.

La continuidad del proyecto del Molinar está garantizada. Otros aciertos deben seguir el mismo camino y quiero poner en valor uno que quizás no ha recibido suficientes piropos. Es el sistema de recogida de basura implantado en el centro histórico de Palma. Me refiero a los contenedores que permiten reciclar correctamente y solo están en las calles parte de la tarde y de la noche. Me consta que se había dado algún paso ya en anteriores legislaturas, como algún viaje a alguna ciudad, entre ellas Oviedo, para intentar copiar lo bueno y corregir errores. Pero ha sido ahora cuando se ha instalado el sistema con un resultado más que aceptable, muy bueno, y se debe reconocer. Paseas, pongamos, un domingo por la mañana por la ciudad antes amurallada y no te encuentras trastos junto a ningún contenedor, porque no hay contenedores. No tienes malos olores ni el impacto visual negativo que provocaban en casi cada esquina y como además han desaparecido los horrorosos artilugios de la recogida neumática, todo han sido ventajas.

En cualquier caso aún quedan flecos a mejorar en cuanto a la recogida en lugares de importancia histórica y arquitectónica del centro de Palma. Pero como hoy estoy de celebración, lo hablaremos otro día.

Una de las conclusiones que podemos sacar del éxito de la recogida selectiva del centro de Palma es que ha dificultado el incivismo de aquellos, muchos, que abandonaban sus restos domésticos orgánicos e inorgánicos, además de todo tipo de enseres, de cualquier manera y a cualquier hora, alrededor de los contenedores ahora inexistentes en el centro. ¡Qué envidia tenemos en el resto de los barrios! ¿Ayudarían las amenazas de multa, igual que han ayudado a sacar las barcas del Molinar?

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