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Mujeres de hoy

Xiaomei Espiro Rosselló: "Hablo catalán y español, soy de aquí, de china solo tengo la cara"

Llegó a Mallorca con 7 años, adoptada por una pareja de Palma. Es la autora del documental 'La cinta roja'

Xiaomei Espiro vive entre Palma y Barcelona. Estudia cine en la Pompeu Fabra. Guillem Bosch

En octubre de 1995 La 2 de TVE emitió el documental Las habitaciones de la muerte en el que tres reporteros británicos se adentraban en los orfanatos de China, llenos de niñas abandonadas por sus padres ante la política del hijo único que desde 1979 imperaba en el país. El horror vivido por las pequeñas se tradujo en una avalancha de adopciones en España (unas 18.000). Una de ellas fue Xiaomei. Llegó a Mallorca con siete años. Sus padres, Carlos Espiro y Catalina Rosselló, esperaron dos años hasta que su hija llegó al aeropuerto de Palma, recibida por una familia "muy grande".

Estudiante de cine en la Pompeu Fabra en Barcelona, filmó el documental La cinta roja, en la que aborda a través de cuatro historias, entre ellas la suya, si es real la integración de los chinos en España o es tan solo una declaración de buenas intenciones.

P Mantiene su nombre chino con sus apellidos españoles. ¿Integración?

R Nací en China, no sé dónde, pero soy mallorquina. Hablo español y catalán. De china solo tengo mi aspecto físico.

P Y memoria. ¿Qué recuerdos guarda de China?

R Recuerdo el orfanato en Yunnan, en el sur, pero no tengo recuerdos de antes, de mis padres. Creo que tenía un hermano y una hermana. Supongo que me abandonaron por ser chica. En el orfanato nos pegaban, nos trataban mal. Nos dijeron que vendrían unos extranjeros y llegó una pareja de Estados Unidos y adoptaron a una chica más mayor. También recuerdo que Catalina, mi madre, me llamó Xiaomei y me abrazó. No entendía su idioma. No recuerdo a qué edad ingresé en el orfanato. A los 7 años llegué a España, a Mallorca.

P ¿Lo recuerda?

R La memoria es selectiva y no sé si son recuerdos o es lo que me han contado. Fue emocionante porque mi madre tiene cinco hermanos, y toda la familia fue al aeropuerto a recibirme. Todos querían conocerme, y el ir de unos brazos a otros me resultó muy confuso. Cuando conocí a dos primas, pensé que eran mis hermanas. Me dio pena cuando supe que no iban a vivir conmigo.

P Hoy tiene 23 años. ¿Ha vuelto a su país de origen?

R No. Mi padre es argentino y vamos allí cada año. Tengo muchas ganas de ir y ahora cuando acabe el master, mis padres y yo tenemos el proyecto de ir. Será el próximo septiembre.

P ¿Buscará a su familia?

R Si fuera fácil hacerlo... Creo que es un proceso. Sería bonito encontrarlos, sobre todo a mis hermanos, pero no es de vital importancia. No siento trauma. Es un tema que hemos hablado mucho con mis padres.

P Que usted traslada al cine en su documental 'El hilo rojo'. ¿Qué cuenta en él?

R Fue el proyecto de tercer curso de carrera. Tenía dudas de que pudiese salir pero fue uno de los tres más votados en la clase; por eso pude realizarlo. El hilo rojo es una leyenda que cuenta que las personas destinadas a conocerse están unidas por un hilo rojo. Yo cambié amantes por seres queridos y lo adapté a mi historia. En lugar de una persona, hablo de un lugar que da sentido a tu vida. Son cuatro historias de jóvenes que o han nacido en España o llegaron de pequeños. Son de la segunda generación; cada caso es distinto: uno se siente chino y quiere volver; otro, todo lo contrario. Todos hablamos catalán, castellano, y aun así se nos llama chinos en tono peyorativo. ¿Chinos? Solo tenemos el aspecto.

P ¿Cuál fue su intención?

R Quería que la sociedad española viera esta parte de la comunidad china porque en los medios de comunicación hay poca información, y si sale, siempre es desde una óptica negativa: mafias, evasión fiscal, o la positiva, que son muy trabajadores, buenos estudiantes; falta el término medio.

P ¿Lo ha conseguido?

R Creo que sí porque es muy importante que haya un soporte audiovisual. No basta con el material escrito, que sí es abundante.

P ¿Qué es para usted la integración?

R Para mí es sentirme cómoda en un lugar, con la gente, su cultura.

P ¿Se ha sentido "cómoda" en Mallorca?

R Siempre. Nunca me he planteado querer volver como sé que sí les ha pasado a otros chinos. En el colegio fui la primera niña china adoptada. Me hicieron un dibujo. Me trataban como la niña exótica, y aquello me gustaba.

P ¿Lo más difícil en su adaptación?

R Aprender las dos lenguas. Nada más llegar, a finales de enero, ya entré en segundo de primaria pero lo conseguí. Me adapté bastante bien.

P La comunidad china parece muy recelosa. ¿Qué opina?

R La barrera lingüística les separa porque los mayores apenas hablan castellano; además son muy tradicionales. Yo mantengo mi lengua madre yendo a la Escuela Oficial de Idiomas en Barcelona, pero soy española.

P ¿Mantiene relaciones con la comunidad china de Mallorca? ¿Cómo nos ven?

R Los mayores tienen los mismos prejuicios que los españoles hacia los chinos. Se creen los estereotipos, dicen que los españoles son perezosos, que solo quieren ir de fiesta. Creo que los mayores son conformistas. Ellos sí van a querer volver a China una vez se jubilen. Prefieren morir allí. Mi generación es distinta. Aquí en Mallorca conozco a Fang Ji, presidente de la asociación china, y están haciendo muchas cosas para que ambas comunidades entren en contacto.

P ¿Ayudan películas como la suya?

R Así lo espero. Se ha visto en Palma, en Barcelona, Madrid, México. No ha ganado premios pero ha entrado en competición.

P ¿Qué proyectos tiene?

R Al acabar, me gustaría filmar historias de aquí con estética asiática. Me gustan Park Chan Wook y Won Kar-wai.

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