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Palma a palma

Arqueología de lo invisible

Arqueología de lo invisible

La ciudad no solo está hecha de objetos materiales. También posee un gran patrimonio inmaterial. De historias, nombres y recuerdos. Que en muchas ocasiones resultan incluso más reales que la parte física.

Cuando llevas muchos años viviendo en sus calles, te das cuenta de hasta qué punto existe no solo una arqueología real. Es decir, un estudio de los restos de otros tiempos. Ocultos en parte por las manifestaciones más recientes de la ciudad. Sino que en cierto modo muchas veces caminas sin saberlo por las avenidas del pasado. Te acuerdas de las tiendas, los bares, los vecinos que ya desaparecieron. Y la realidad actual, con sus nuevas estéticas, te parece mucho más irreal que aquellos anclajes del pretérito.

Muchas veces uno siente la tentación de entregarse a una auténtica arqueología del pasado. A la búsqueda de esos rastros que solo quedan en tu memoria. Te quedas un rato mirando un portalón, donde hubo un relojero, al que recuerdas perfectamente. O aquella casa pionera de diseño, con su escaparate, hoy ocupado por un bar de moda. Recorres algunas calles enumerando sin darte cuenta la cantidad de cosas que han desaparecido. "Aquí había un banco", "esta era la tienda de tejanos suecos", "el horno aquel que cerró", "el café de los extranjeros"...

Haces una auténtica arqueología de lo invisible. Porque buscas los puntos comunes que aún persisten. Investigas, memorializas. Y de ese ejercicio de revivir lo periclitado surge una sensación extraña. Como de llegar a una parte profunda de la vida que no sabes explicar. Como si en el recortable de las cosas que desaparecieron estuviera dibujado en cierto modo tu destino. Ligado a ellas. Mucho más que a esos establecimientos nuevos e intrusos que no puedes apreciar.

En realidad, esta arqueología de lo invisible no deja de ser como una larga galería de espejos. Porque las cosas desaparecidas que tú recuerdas no son las mismas que las de otras generaciones. Incluso los jóvenes de ahora mismo, para quienes todo eso no existió, se acostumbran a una ciudad material que dentro de unos años también habrá cambiado y desaparecido.

Y entonces se preguntarán, meditabundos, sobre el sentido de las cosas que has vivido, que murieron, pero que dentro de ti siguen vivas.

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