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Palma a palma

Cosas que te odian

Cosas que te odian

En varias ocasiones uno ha escrito sobre las cosas amorosas. Los objetos que nos quieren, nos ayudan, nos hacen sentir mejor. Pero, tal como me recuerda un amigo, también existe la parte contraria. Es decir: las cosas que te odian. Con las que mantienes una relación difícil, tormentosa, a veces nefasta. Como si un destino invisible nos hubiese atado a ellas, pero desde el punto de vista destructivo.

Un gran psicólogo como fue Carl Jung saludaba a sus ollas y sartenes al entrar en su torre de Bollingen. Porque sabía que una ausencia prolongada les acababa por enfurecer. Y nada más llegar a la cocina, empezaban a caerse y crearle problemas.

No sabemos como explicar nuestra relación con los objetos. Pero existe. Y en caso negativo, se demuestra de una forma bien fehaciente. Hay cosas que gustan de ocultarse. Las buscas desesperadamente y sin resultado alguno. Hasta que a ellas les apetece mostrarse. Y entonces aparecen en un lugar bien visible. Burlándose de forma bien explícita de ti.

Otros objetos son hasta peligrosos. Como esos cuchillos con los que siempre te cortas. Tienes la mano llena de sus cicatrices. Y por más precauciones que adoptes, ellos esperan. Y en un instante de descuido, zas, te producen una herida. O esas tijeras que pesan demasiado. Y siempre acaban por caer. Además. no cortan bien. No sabes porqué, pero siempre vuelves a buscarlas. Aunque las odias. Y sabes que ellas también te detestan. Es una sensación enfermiza y prolongada.

¿Qué nos hace odiar determinadas cosas? ¿Es un destino previo a nuestra relación con ellas? ¿Es un mero prejuicio que surge de nuestro interior? ¿Es una provocación por parte de esos seres inanimados?

Carecemos de teorías y de explicaciones. Hay plumas que siempre nos manchan los dedos. Botellas que inevitablemente caen. Vasos que se vierten. Y acabas por sentir tanto odio hacia ellos como aparentemente ellos sienten hacia ti.

¿Cómo acabar con esas relaciones tóxicas? La gente creyente las bendice. Los escépticos procuran deshacerse de ellas. Mas en vano. Porque la maldición volverá de la mano de otra cosa.

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