Diario de Mallorca

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Palma a palma

¡Súper!

¡Súper!

Aveces hay que salir de la isla para comprender las cosas que pasan en ella. Yo tenía observado, por ejemplo, el uso frecuente que hacemos de la expresión: "¡Súper!" Es una forma de indicar que estás de acuerdo con alguien. "Anem al cinema?". "¡Súper!" O dar un acento superlativo a una observación. Resulta de un uso bastante normal, sobre todo en gente joven.

Ahora bien, sales de la isla. Vas a Barcelona o Madrid. Y cuando exclamas: "¡Súper!", te miran con expresión extraña. Como si les estuvieses pidiendo el depósito de gasolina lleno. "¡Súper!", vuelves a repetir con cierta inseguridad angustiosa. Y solo con ver la cara de nuestros interlocutores, comprendes que no están entendiendo lo que les quieres decir.

A falta de un estudio lingüístico más profundo, podríamos aventurar que el uso de esta exclamación procede en realidad del alemán. Es cierto que los alemanes emplean muy a menudo la expresión: "Das ist super!", para expresar que algo está muy bien. Y también lo resumen en el famoso: "¡Super!", que se escucha constantemente en los locales y lugares frecuentados por público germánico.

¿Ha acabado por contagiarse esa palabra al habla cotidiana de los mallorquines? No sería nada extraño. Dada la antigua y profunda convivencia con visitantes o residentes alemanes. Y al igual que en la Menorca dieciochesca se importaron algunas expresiones del inglés, tales como "bòtil" o "boinder", en la Mallorca del siglo XXI se agermanizan exclamaciones como esta.

Independientemente de su origen, ese "¡súper!" resulta en nuestros días un detalle moderno y simpático. Y si encima resulta una especie de endemismo insular, ausente en otros territorios lingüísticos como menor contacto con el alemán, todavía tiene más interés.

Personalmente, no me molesta su uso en absoluto. Me parece una sincretización interesante. Y en cierto modo, también una afirmación de la insularidad. Frente a las normas y convencionalismos continentales, generalmente tan poco compresivos con las variantes isleñas.

Solo cabe preguntarse si en el futuro el "¡súper!" acabará por integrarse en nuestro patrimonio lingüístico o bien pasará de moda. Y será una flor de un día. Como tantas otras expresiones importadas que han desaparecido.

Y si sobrevive, pues "¡súper!"

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