A pesar de ser líderes en calidad de playas, la accesibilidad a las costas de Mallorca sigue dando algún quebradero de cabeza a las personas con discapacidad física. Así lo explica Manuel Zafra, quien durante 22 años fue presidente de la Asociación Balear de Personas con Discapacidad Física (Asprom). Según su propia experiencia en silla de ruedas, "el mayor problema de accesibilidad suele darse en el trayecto desde la parada de autobús hasta la playa". Como sucede en Ciutat Jardí, donde en muchas ocasiones las personas con discapacidad tienen que atravesar bordillos, escalones altos y algún agujero mal tapado, algo que no debería darse en una playa con bandera azul.

A partir de los años 70, cuando las entidades del sector de discapacidad y las personas con discapacidad física empezaron a reclamar más accesibilidad en las zonas públicas, en igualdad de condiciones que el resto de ciudadanos, se estableció una ley para suprimir las barreras arquitectónicas. Un hecho que, según indica Zafra, contó con la participación de su asociación, "se abrió un foro en el que colaboraron con la administración para que se llevara a cabo un buen trabajo de reformas". Fue entonces cuando Asprom empezó a participar en estos foros para realizar aportaciones en el reglamento, especificando aspectos como "la inclinación de una rampa según su longitud, la dimensión de los ascensores, la altura de los interruptores o de los cables de luz", para facilitarles los aspectos más cotidianos.

A pesar de los inconvenientes que pueda tener Ciutat Jardí, la mayoría de los miembros de la asociación suelen frecuentar esta playa, "ya que la han ampliado y acomodado gracias a Asprom", incide el expresidente. Y, al ser una playa con bandera azul, los socorristas tienen un servicio de apoyo para quienes quieren bañarse, "se encargan de montar una silla con bastones de apoyo para no resbalar en la arena, conocida como "la silla anfibia" y, gracias a ella, pueden meterse al agua con la atención de los monitores para que no ocurra ningún incidente", comenta Zafra.

Aunque la playa cuenta con una plataforma para personas con discapacidad, en algunas ocasiones no caben todos. "Cuando viene dos entidades juntas, se pueden contar hasta 30 personas debajo de la carpa, aunque son días puntuales y tenemos que avisarlo antes a los socorristas para no coincidir con otras entidades", describe Manuel Zafra. Normalmente se colocan alrededor de diez personas en la plataforma y, según el número de monitores, se van metiendo en el agua.

Oportunidades laborales

Debido a la falta de respuestas por parte de las administraciones públicas, Asprom ha llevado a cabo diferentes programas para atender a las necesidades de las personas con discapacidad física. "Se creó un centro ocupacional, un centro de día, una residencia, tres pisos tutelados y un programa de orientación laboral, todo a través de la participación de voluntarios y de donaciones", comenta Zafra. Gracias a ello, Asprom ha ayudado a trabajar a más de 2.000 personas, "un número muy importante, teniendo en cuenta que el ratio de personas en paro con discapacidad está en un poco más del 40%, pero cuando empezaron en la asociación estaba en un 75%", añade.

Pese a las dificultades que puedan tener las calles, para Ricardo Sevillano, actual presidente de Asprom, "en comparación con el resto de España, Mallorca es muy accesible, aunque aún le falta mucho". Según Sevillano, "para poder mejorar la situación de las personas con discapacidad hace falta querer mejorar las cosas". Es por ello que, en muchas ocasiones, se crean rampas para "quedar bien" que luego no se pueden utilizar por su inclinación, explica.

Asprom está en continuo contacto con el Govern, dice Sevillano. "Actualmente el ayuntamiento de Palma, detalla. Un hecho que mejora la accesibilidad en las vías públicas, ya que "es alguien que conoce de primera mano los problemas que sufren las personas con discapacidad en su día a día", comenta Sevillano.

Asimismo, el presidente recuerda que "la accesibilidad a las playas es solo un problema durante los dos o tres meses de verano", pero lo más importante es poder desplazarse sin dificultad el resto de año. Algo que, en palabras de Sevillano, debe ser lo primordial y un derecho universal, ya que las personas con discapacidad quieren poder valerse por sí mismas.