Una gran variedad de productos locales y nacionales llegan cada día a los almacenes de los pequeños comercios en las barriadas de Palma. Sus propietarios son autónomos y, a pesar de que conocen las dificultades de mantener un negocio de venta al por menor, saben utilizar su mayor estrategia: "La proximidad y la confianza que ofrecemos a nuestros clientes", afirma Pilar Henales, quien hace un par de meses abrió su primer establecimiento en el barrio de Son Cotoner.
Aunque no era la primera vez que trabajaba en una tienda, ya que sus padres tenían un local en donde ella estuvo durante varios años. Decidió regresar al sector comercial cuando murió su marido, como ella misma explica: "La paga de viudedad no alcanza para mucho y quería invertir en una tienda, que es lo que he hecho siempre". Aunque sus productos son muy heterogéneos, lo que más vende es fruta y repostería, de ahí el nombre del local, Frutería y Panadería Luisa. Además, se enorgullece de decir que "la mayor parte de la oferta es casera", desde los cocarrois y empanadas mallorquinas hasta las diferentes cocas que elabora "según la demanda de los clientes".
La principal clientela de estas tiendas suele ser los vecinos de la zona, que acostumbrados al buen servicio de las tiendas de barrio, se inclinan por acudir a los locales más pequeños. "Muchos prefieren el trato cercano", destaca Henales, quien añade que trabaja "todos los días, exceptuando los domingos por la tarde, para poder hacer clientes". Asimismo, considera que este "trato familiar" que ofrecen las tiendas como la suya es una de las razones por las que "los locales pequeños están volviendo a resurgir".
Las grandes superficies
Una opinión muy distinta es la de las hermanas Castell, que dirigen desde hace seis años su propio establecimiento de venta de pescado y marisco, Sa Peixateria, que también está situado en el barrio de Son Cotoner. María Antonia y Marga Castell trabajan de martes a domingo en su local y reconocen que no pueden competir "con las cantidades que manejan las grandes superficies". Pese a que cuentan con una clientela fija durante todo el año, María Antonia reconoce que "los grandes comercios acaban haciendo daño" a los locales de barrio. Según explica, "las pequeñas empresas van en minoría" y su única forma de competir es a través de "la venta de otros productos que no ofrezcan las grandes cadenas", añade la tendera. Aun así, su pescadería cuenta con los clásicos durante cada temporada y en agosto triunfa sobre todo el pescado azul, "como los boquerones o la caballa", aconseja.
Un caso diferente es el de la Carnicería María Ángeles y Víctor, cuyos propietarios son madre e hijo y llevan 15 años en el negocio de la carne en Son Cotoner. Ambos decidieron abrir un local más grande en el mismo barrio y actualmente llevan cuatro años en su nuevo establecimiento, en donde, según cuenta María Ángeles Fresneda, "la mayoría de los clientes son vecinos de la zona y personas que vienen de fuera exclusivamente para comprar nuestra carne".
Abastecen a restaurantes
Una de las grandes ventajas de esta carnicería es que también es el centro de abastecimiento de muchos restaurantes, afirma su propietaria. "Cada día un repartidor lleva la carne de nuestro local a diferentes restaurantes con los que trabajamos". Asegura que su producto estrella es la ternera, aunque María Ángeles y su hijo coinciden en que este año "la vaca rubia gallega es la más demandada", tal como resaltan.
Para Víctor, uno de los principales triunfos de su negocio es que intentan diferenciarse del resto a través de sus "productos y sorteos", que realizan a lo largo del año para atraer a más clientes, como el del "famoso chuletón o el de la cesta de Navidad", explica. Y a su vez, según cuenta el propietario, disponen de redes sociales para que los clientes más fieles "puedan hacer sus pedidos a domicilio".
