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Palma a Palma

Pequeño nirvana

Pequeño nirvana

Que el tiempo es relativo resulta una evidencia. A veces nos engañamos creyendo que los parámetros tiempo/espacio son absolutos e incontestables. Cuando cada vez está más claro que no dejan de ser interpretaciones nuestras de muchas realidades, mucho más complejas y diversas.

Hay tantos ejemplos... Por ejemplo, las salas de espera de médicos y dentistas. Uno viene de la calle, de la prisa y el barullo. De mirar la hora y calcular los minutos. Y de repente, penetra en un recinto que es el templo del no-tiempo. Unos muebles más o menos gastados. Unos cuadros anodinos. La orla del diplomado en cuestión. Un montón de revistas nada interesantes...

Solo con entrar en la sala de espera se alteran todos tus parámetros relacionados con el devenir temporal. En primer lugar, porque a pocos les ocurre que tengan ganas de ser atendidos. En la mayoría de los casos, uno está ahí más o menos por obligación. Y no tiene deseos urgentes de que la cosa vaya rápido. Más bien se entretiene, mira el techo, el móvil, suspira, se hace preguntas. Vigila la puerta de la consulta, tras la que se advierten algunas voces. Cuanto más tarde mejor.

En muchos casos, ese deseo se hace realidad. Ocurre a menudo que los facultativos se entretengan en las consultas anteriores. Y comiencen a pasar los minutos, los cuatros de hora, las medias horas. Mientras uno sigue pasando las hojas de la sobada revista de moda. Como si hubieses entrado en la dimensión desconocida. En el no-tiempo. En el nirvana.

Las salitas de espera son una especie de cápsulas espaciales de nuestra percepción temporal. Allí recuerdas cosas que habías olvidado. Reflexionas sobre temas profundos. Te angustias. Te semi-duermes. Dejas ir tu imaginación. Creas el vacío absoluto en tu mente. Es como un ejercicio de yoga cuántico. Hasta que se abre la puerta, te llaman. Y entonces vuelves a la percepción normal.

Si fuésemos inteligentes, iríamos de vez en cuando a esas salitas de espera. No para ver al médico o al dentista. Sino simplemente para realizar ese ejercicio de relax e introspección.

Sin que después te tengan que extraer una muela.

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