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Palma a Palma

La memoria del arquitecto

La memoria del arquitecto

La inesperada muerte de Federico Climent, un arquitecto que siempre apostó por la divulgación, nos hace recordar tristemente un déficit de nuestra ciudad. La memoria del arquitecto.

Uno, que hace años se dedicó a buscar los orígenes de muchos edificios palmesanos, siempre se sorprendió del vacío existente alrededor del tema. Construcciones notables, a veces famosas otras no, carecen de cualquier referencia sobre su autoría. Un arquitecto me comentó en una ocasión: "Hombre, eso de poner tu nombre en la fachada no puede ser. Se consideraría como pretencioso". Una discreción que, unida a la falta de interés general, ha hecho que el recuerdo de muchos arquitectos interesantes se haya perdido.

A excepción de Gaspar Bennàssar, que con buen criterio siempre firmó las obras que consideraba más importantes con su nombre bien visible, la arquitectura de Palma es anónima. Algo que choca con la experiencia de otros lugares, como Barcelona o París, donde al menos ciertas construcciones emblemáticas cuentan con la referencia de su autor.

El público llano te mirará con estupor si les hablas de Francesc Casas, Enrique Juncosa, Guillermo Muntaner, Josep Ferragut o Guillem Forteza. Ha tenido que sobrevenir la polémica sobre el monolito de Sa Feixina para que el nombre de Francesc Roca Simó haya salido del olvido. Y así podríamos componer una lista bastante larga. Personajes e historias que nos aportarían muchas cosas pero que resultan desconocidos.

Y eso que los arquitectos han sido en gran manera los artífices de la ciudad. Ellos han diseñado esos edificios por los que paseamos, donde vivimos, aquellos que admiramos o que llenan nuestros recuerdos. Si muchos hubieran sido distintos o no hubiesen existido, nuestra memoria de ciudad sería diferente. Y eso se lo debemos al dibujo del arquitecto. A su idea.

Es por tanto muy reivindicable que, siguiendo el esfuerzo que emprendieron profesionales como Climent, se rotulasen aunque fuera sumariamente muchos de los edificios de Palma. Se les diera nombres y apellidos.

Y se rescatara, de esta manera, la memoria del arquitecto. Sacándola de ese limbo injusto en el que una sociedad muy poco interesada por las cosas del arte y la cultura los ha escondido.

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