Margarita Bazar no perdía de vista al alcalde ni por un volante. La nueva presidenta de la Casa de Andalucía en Balears expresó en el encendido de luces, que marca el arranque de la feria de abril, que "sea un éxito para disfrute de todos", incluidos los turistas "que algunos sí se acercan". José Hila le echaba un capote y le auguraba sus buenos deseos de que "la casa de Andalucía pueda repetir el próximo año".

El alcalde, que no baila sevillanas, negó que aprovechara los diez días de feria para hacer campaña. Al menos el día de su apertura, ayer en Son Rossinyol. "Hoy no toca", aseguró.

Por tercer año, la feria será andaluza y no discotequera, a pesar incluso de que una de sus casetas se llame Tardeo andaluz. Se acabó los trinos de alto voltaje. Lo celebraba Pilar Donaire, una incondicional de la feria "¡es que soy andaluza!", aclaró. Su hija pequeña, Nila Moyá ya marcaba pasos. Se subió en los brazos de Hila en uno de los muchos posados del alcalde. Más tarde llegaría Marga Durán, Álvaro Gijón y otros políticos del PP.

Olía a cazón, a boquerones y a calamares a la andaluza, y se regaba con cerveza; más tarde llegarían los rebujitos a 3 euros el vaso. A la entrada, Maria Muñoz esperaba vender sus trajes de faralaes, aunque con poca esperanza "porque internet me ha hecho la Pascua". El vestido más barato cuesta 40 euros. Los de campanillas, 80. Lleva yendo a la feria "desde que estaba en sa Riera".

En esta feria hay nueve casetas y atracciones de feria para niños. Todos esperan vivirán diez "buenos" días de feria, tras años "difíciles".