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SA TORRETA

Las 'Órficas' de Max, rescatadas en Sevilla

Fragmento de una ilustración de Max sobre el mito de Orfeo.

Los rescatadores de libros actúan embozados a primera hora de la mañana. Hace frío, pero son los primeros que se acercan a los mercadillos. Los libreros de antiguo eran algo parecido a una reserva india, pero en los últimos años, acosados por las franquicias y la tecnología, se han camuflado detrás de las pantallas. Can Ripoll y Llibres Fiol han dejado de ser refugios para novelas abandonadas tras ser leídas o bibliotecas desahuciadas por falta de espacio o por defunción de su creador.

He husmeado en librerías de viejo y mercadillos, aunque sin la constancia del buen rescatador. Pero también he tenido encuentros causales en la calle o en la red. Sobre el asfalto de sa Gerreria apareció una crónica fascista del desembarco de Bayo en Portocristo. En un anticuario francés hallé a través de internet la historia de Jeanne Peala, una joven francesa que durante la I Guerra Mundial se refugió en Mallorca y murió en un convento de Alaró de "mal de tristeza" -así reza el certificado de defunción-. La viuda de Otto Kumenius, un espía finlandés que en mi infancia era vecino de casa, me obsequió con un libro dedicado por André Maurois.

Mi última 'joya' relacionada con Mallorca -como todo lo que rescato- me llegó de la forma más sorprendente. Paseaba por una calle de Sevilla cuyo nombre no recuerdo, cerca de la iglesia de la Macarena. El libro estaba solo, abandonado encima de un contenedor amarillo, ni siquiera en el azul de ordenanza. Me llamó la atención un pequeño dibujo de la tapa. Un arpa sobre la hierba y dos zorros.

El título, Órficas. El autor, Max. O sea, Francesc Capdevila. El dibujante, Premio Nacional del Cómic, que desde hace tres décadas vive en Mallorca. El libro recoge e ilustra tres versiones del mito de Orfeo. Le falta la primera hoja. Intuyo el porqué. Estaba dedicado por el autor, por un amigo o por un amor. Sería un engorro que, por avatares del destino, regresara a manos de quien lo regaló. Las ilustraciones son extraordinarias. Las Órficas de Max se incorporan a mi equipaje de regreso a Mallorca.

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