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Tradición

Un activista de las piedras en Ciutat

La asociación sin ánimo de lucro ArtifexBalear, que se dedica al trabajo de construcción a la antigua usanza, disfruta ahora de su nueva localización en Son Puigdorfila tras ocho años ubicados en una finca de Inca

Un huerto, un gallinero y varios talleres. Con estas instalaciones en una finca, Miquel Ramis, director de la asociación sin ánimo de lucro ArtifexBalear, se dedica a enseñar el oficio de la construcción y la agricultura ecológica. Hace menos de un año se asentó en una propiedad en Son Rapinya tras habitar durante siete años una parcela del ayuntamiento de Inca. Sus inquietudes, no obstante, siguen siendo las mismas: recuperar e innovar en un oficio que se está perdiendo.

"El principal problema que tenemos es la robotización y la mecanización. La clase obrera como tal tiene los días contados", asegura Ramis. Por este motivo, Artifex trata de promocionar el trabajo artesano y la autosuficiencia. "El origen de este proyecto fue en 2003 tras constatar que la generación de mi padre, gente que sabía construir una casa desde los cimientos hasta el tejado, no tenía ningún relevo", explica.

La propuesta educativa de Ramis se basa en la inmersión. Durante cursos de internamiento de tres meses, los alumnos aprenden a construir un arco, una pared de piedra seca o a plantar y cuidar su propio huerto. Además, los propios estudiantes son los encargados de ir restaurando la finca de Son Rapinya. "Aquí puede venir cualquier persona. Principalmente son jóvenes extranjeros con carrera universitaria, de entre 25 y 27 años, pero que todavía no han encontrado un trabajo", detalla el responsable de la iniciativa.

Artifex es la única asociación de esta índole en España y cuenta con un amplio reconocimiento internacional. "Somos un proyecto muy pequeño, pero tenemos diez cartas de recomendación de universidades de primer orden de todo el mundo", asegura Ramis. Según explica, "en Mallorca hay mucha gente que todavía no está concienciada de la importancia de la sostenibilidad aunque poco a poco comienza a darse". Ramis lo tiene claro: "No podemos seguir como hasta ahora, porque vamos directos a un precipicio".

La base sobre la que se sustenta la asociación es la búsqueda de la innovación y la promoción de la economía sostenible. De hecho, el director del proyecto dedica una media de cuatro horas semanales a buscar nuevas alternativas más eficientes para la construcción y el cultivo ecológico de los huertos. "Aquí enseñamos a construir cosas a partir de elementos que a primera vista solo los llevarías a la basura. Desde utilizar piedras y barro a la cáscara de arroz o incluso un trampolín para saltar que acaba siendo una tienda de campaña", cuenta Ramis.

Sin embargo, desde Artifex, especializados en bóvedas y arcos, lamentan que en estos tiempos tan tecnológicos sea muy poca la gente que se anime a emprender estos caminos más sostenibles. "Es un proceso muy lento, pero la gente se va dando cuenta de que no es el rey de la naturaleza, solo una parte de ella", explica.

Falta inversión en I+D

"Para que realmente se produzca el cambio, es necesario hacer un I+D, un rediseño de todos los procesos", asevera Ramis. La principal queja del presidente de la asociación es la escasa inversión que se hace desde el Govern para la investigación y el desarrollo en las islas. "Nuestro presupuesto en I+D va de ridículo a casi inexistente", denuncia.

Tal como explica Ramis, "en el archipiélago estamos invirtiendo el 0,3% del PIB en investigación y desarrollo cuando en España es el 1%; en la Unión Europea, el 2%; y en los países nórdicos llegan hasta el 3%", según compara.

El director es consciente de que duplicar el presupuesto en I+D es muy difícil, por ello apuesta por la inversión en low-tech. "La tecnología de baja intensidad se puede iniciar con muy poco dinero y se pueden poner en marcha muchos proyectos pequeños para saber cuáles valen dentro de uno o 15 años", comenta.

La asociación, recién instalada en Palma, ya tiene propuestas que hacerle al Ayuntamiento. "A nosotros lo que nos gustaría es trabajar en la concienciación de los maestros. Es una de nuestras vocaciones frustradas", afirma Ramis. Según añade, "si realmente queremos un cambio de mentalidad, debemos empezar por las escuelas". Por este motivo, opina que en cada colegio debería haber un huerto, una cocina y un taller de construcción.

La tecnología avanza a pasos agigantados y las máquinas cada vez saben hacer más trabajos. Los oficios, en cambio, solo se pierden si se quedan en el olvido y Ramis no está dispuesto a ello.

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