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Grafiti

Disparos de espray al corazón de Palma

En el centro late el arte callejero, Soma y Joan Aguiló son algunos de sus lápices - Reclaman diálogo y no ordenanzas

Hay algunas calles que son auténticos pasillos llenos de arte callejero como éste, cercano a la plaza del Cuadrado, que ayer recorrieron los dos artistas del grafiti. Guillem Bosch

Atrás quedan imágenes de encapuchados que aprovechan la oscuridad para pintar muros, asfalto, trenes, con dibujos incómodos al poder. El arte callejero o Street Art no ha doblado la cerviz pero los especuladores ven en él un potencial enorme para ganar millones. El último asunto con la puerta de Bansky vendida en Gaza por unos pocos euros y adquirida después por un artista espabilado que sabía quién era el autor es una página más de la codicia en el mundo del arte. Recientemente en Palma se creyó que un dibujo pintado en las avenidas correspondían al afamado activista de las calles. "Era un buen dibujo que dejó de ser visto como tal al saberse después que su autor no era el británico. El rollo del street art no va de esto. Todos aspiramos a vivir de nuestros dibujos pero la calle no debe convertirse en una colección privada", opina Marc Peris, Soma. Se suma Joan Aguiló.

Peris llegó en el 2006 a Canamunt. Estudió Bellas Artes. Venía de Valencia y reconoce que "estaba en estado embrionario". El barrio alto del centro se convirtió en su diana. Sus disparos de grafiti hoy son saludados con una sonrisa y un aplauso por vecinos. "La creatividad es algo íntimo que haces público y el mejor lugar es la calle", dice. Muy cerca uno de sus últimos dibujos, Temporada de panades, de la que surgen huesos. Su homenaje a la memoria histórica de Mallorca "llena de huesos de los que nadie quiere hablar", dispara.

El último dibujo de Soma en el centro de Palma es su 'Temporada de panades', un apunte sobre la memoria histórica de Mallorca.

Ya desde que empezó, se sirvió del espray para dejar constancia de algunos enojos. Las paredes desvencijadas, las medianeras desnudas, la tierra de nadie es habitada por unos trazos que en su aparente amabilidad esconden una descarga contra "el turismo de masas que aguanta Palma; las prospecciones petrolíferas en Balears; la nefasta política educativa del Govern de Bauzá..." Más de dos centenares de dibujos, algunos de ellos desaparecidos porque en el barrio se está construyendo. "Solo espero que no haya especulación. Pero ¿quién crees que vendrá a vivir a estos pisos que anuncian inmobiliarias extranjeras?".

Joan Aguiló también aporta su dardo en forma de dibujos. En su caso, le preocupa la pérdida de identidad de la cultura mallorquina. Ambos son profesores y han hecho un tanto al Govern. Aguiló desparramó por la ciudad al niño con la camiseta verde de Crida. O convirtió a tres abueletes en los Reyes magos, que no reparten oro, incienso y mirra, precisamente.

'Els Reis Macs' de Joan Aguiló son tres abueletes de la calle. GUILLEM BOSCH

"Palma tiene perfil muralista, y desde luego, antes de poner ordenanzas debería haber diálogo", opina Aguiló. "Aquí la ley es muy restrictiva, se debería despenalizar; las administraciones deben ser mediadoras entre la sociedad y los particulares. El caso de Lisboa es ejemplar", resalta Soma. En la ciudad portuguesa, se ha incentivado el grafiti de calidad con apoyo de la administración. Peris intentó años atrás que Palma acogiera intervenciones de gran formato pero el ayuntamiento se echó atrás.

El auge es imparable. Canamunt es el principio pero fuera murallas los disparos de grafiti estallan. Ahora Joan y Marc compartirán una intervención en el documental Sostres, que habla de los desahucios.

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