El Casal Balaguer verá la luz. El edificio histórico del XVIII, aunque su origen lo sitúe tres siglos antes, avanza hacia el final de su reforma, iniciada en 2010 pero certificada en el proyecto presentado en 2008 por los arquitectos Maria José Duch, Ricardo Flores, Eva Prats y Francisco Pizá. En agosto se prevé el final para un inmueble cuya voluntad política es convertirlo "en el nuevo pulmón cultural para beneficio del prestigio de Palma", expresó ayer Fernando Gilet, concejal de Cultura. El equipo de profesionales a los que se han sumado los de la UTE ACTIA Iniciativas/ Cyrespa guió por el final de obras.

"Estamos ante la fase más vistosa de la toda la ejecución. El edificio va a renacer porque estaba olvidado. La ciudad lo ignoraba ya que ha estado muchos años cerrado y cuando estuvo abierto, siempre fue muy oscuro", expresó una de las arquitectas, Sé Duch. El proyecto, aún antes de estar concluido, ya es objeto de consideración puesto que en diciembre de 2014 fue seleccionado para participar en la Bienal de Arquitectura de Venecia y en el prestigioso premio de arquitectura europea Mies van der Rohe.

"Estamos muy satisfechos porque tú no te presentas; te eligen ellos", precisó la arquitecta catalana afincada en Palma. Ella junto a Francesc Pizá es la cuota mallorquina de este proyecto ganado por concurso junto al equipo catalán de Ricardo Flores y Eva Prats.

Fachadas

Los trabajos de esta tercera y última fase, "la más vistosa", son de restauración de fachadas y obras de acabados en el refuerzo de los forjados y en la planta noble. Su objetivo es la restauración integral de la planta noble, concluir los acabados en la planta baja además de restaurar las fachadas del interior que dan al patio como las exteriores que desembocan en las calles perimetrales.

El presupuesto asignado a esta fase es de 2.755.000 euros. La reforma ha tenido un coste de 6 millones de euros, de los que casi dos se emplearon en la primera fase, en la que se trabajaron las cubiertas del edificio y se construyó el núcleo de accesos verticales, tanto escaleras como el ascensor. Ésta primera concluyó en 2010. En la segunda fase, acabada en 2013, se reforzó la estructura del edificio y se remataron obras en los porches y cubiertas y en buena parte de la planta baja. El presupuesto fue de casi 2.300.000 euros.

Una de las características fundamentales de esta reforma es la recuperación del patio interior, liberado de los muros que constreñían al edificio. De este modo, se abrieron los arcos y se aligeró el peso del edificio que ocupa una superficie de casi 3.000 metros cuadrados. "El edificio estará vivo", dijo en su momento Pizá, acerca de la recuperación de la estampa primigenia de este casal dieciochesco.

"El patio tiene tres crujías, una de ellas situada donde estuvo en su día Yanko; otra que da al patio central y la otra que pega a la calle Serinyà. La apertura de ventanas permitirá ver el patio desde fuera. Será una especie de mirador hacia el patio que va estar vacío", describió la arquitecta Sé Duch.

El proyecto de reformar este inmueble situado en pleno centro de Palma, vecino al Born, no ha obviado obedecer la voluntad de quien lo donó a la ciudad, el músico Balaguer, y que no era otro que el de ser un centro cultural. Una de las cláusulas que debía cumplir era dar cabida al Círculo de Bellas Artes. Durante años fue esta entidad quien lo gestionó con luces y sombras. La reforma está encaminada a esta finalidad de ser un centro cultural con salas de exposiciones tanto en su planta baja, como en la superior. La planta noble será la de casa museo con una reserva de espacio muy importante para almacén.

"La reforma permite que el edificio sea dúctil", señaló Duch. En su parte superior también habrá sala de exposiciones. En la planta que da a la calle habrá una cafetería y restaurante.