No pasa una semana sin que estalle una tubería de Emaya. El pasado domingo los vecinos de Son Espanyolet padecieron otro corte de varias horas en el suministro de agua potable tras una nueva avería en las canalizaciones subterráneas. Esa zona del Ponent de Palma es uno de los puntos negros de la empresa municipal de aguas. Las cercanías de Sant Ferran, la calle de Manuel Azaña o la calle de Llucmajor han sido otros de los principales quebraderos de cabeza para los técnicos de las redes de Emaya. Muchas de las reparaciones están previamente programadas por la empresa, pero otras tantas tienen lugar por sorpresa. Y ya son muchas las sorpresas acumuladas durante este año.

Si se realiza una media de los últimos ocho años, las canalizaciones de Emaya han tenido que repararse cada día y medio a causa de una rotura. O para ser precisos, cada 40 horas. Pero además de las fracturas en los caños, hay que añadir las 1.000 fugas de media anuales, es decir, unas tres al día.

Si se comparan los datos entre 2006 y 2013, las cifras oficiales señalan que la cantidad de incidencias se ha reducido durante la presente legislatura. En 2009, hubo un récord de averías que alcanzó las 1.312. El año pasado solo hubo 891, mientras que el promedio de este año permite prever que el acumulado anual de averías será aún más bajo, aunque haya habido percances de gran calado.

Los dos casos más sonados de 2013 han tenido como protagonistas a la arteria de Ponent, una de las dos principales canalizaciones de Palma, que parte de los depósitos de Son Anglada hasta el barrio de Sant Agustí. La primera fue a finales de febrero a la altura de la Vileta y dejó a unos 87.000 vecinos sin servicio. La segunda tuvo lugar a finales de agosto en el camino a Gènova y hubo 16.000 afectados. Se reparó y al cabo de tres días volvió a romperse.

Esas afectaciones -además de las inundaciones en la calle de Espartero, en Manuel Azaña o en el Portitxol- evidencian el mal estado de las tuberías palmesanas por la falta de inversiones durante las legislaturas anteriores. Según los cálculos que empleados de Emaya facilitaron a este diario hace un mes, el ritmo de sustitución de caños viejos es cuatro veces inferior a lo necesario. Y a menor mantenimiento de la red, aumenta el número de averías.

Por el subsuelo palmesano discurren unos 2.300 kilómetros de tuberías, de los cuales 1.085 kilómetros son de la red de agua potable. El resto pertenecen a la red de saneamiento, la de aguas pluviales y otros menesteres.

Los barrios prioritarios

En la red de suministro, 88 de los 1.085 kilómetros requieren de una intervención prioritaria, ya que son objeto de averías frecuentes. Entre los tramos que requieren de esta intervención prioritaria son están la arteria de Ponent, el Terreno, la avenida de Picasso, Son Espanyolet, Sant Ferran, zonas del Eixample y la Plaça de Toros, el Molinar, el Coll d´en Rabassa y Can Pastilla, entre otras.

Además de esos 88 kilómetros, existen otros 24 que deben ser sustituidos por tubos de mayor diámetro para atender a una mayor demanda de agua potable, debido al incremento poblacional en sus respectivas zonas.

Para asumir la renovación de esos 106 kilómetros se precisarían 32,5 millones de euros. Aproximadamente el 60% del presupuesto anual de Emaya se destina al personal, por lo que, según los dirigentes de la empresa pública, la capacidad de inversión es muy limitada. Por ese motivo, Emaya pretende afrontar esa inversión durante los próximos cinco años.

Mientras tanto, la empresa de aguas está realizando o preparando las obras urgentes en Son Espanyolet (calles de Contestí y de Company), Son Cotoner y Platja de Palma para prevenir futuras averías en la red de suministro de agua potable.