Susan Hayward quiere vengar la muerte de su padre. No acepta el óbito accidental. Busca a un culpable. Se mete de lleno en los negocios de la fiebre del oro negro. Oklahoma, años 20. Tulsa, ciudad de lucha. Deseo, ambición, venganza, ira, belleza. Ingredientes perfectos para un drama. En el cine del Teatro Balear, en la plaza del Comtat del Rosselló, el cartel de la película dirigida por Stuart Heisler, y nominada al Oscar, atrapó a más de uno en la ciudad de provincias.

Cuando Sebastián Palmer Lladó estaba a punto de abrir su bar, el primero en llegar a la plaza, frente al mercado del Olivar, no sabía qué nombre darle. No tuvo que irse más que a la cercana Tulsa de aquel cartelón que dibujaba a la bella y perversa actriz norteamericana. El cine siempre fue inspirador para bautizar negocios. Tulsa abría sus puertas al público en 1951. Un mes de octubre.

Ahora quien lo regenta es José Manuel González Calvo, junto a sus hermanas Carmen y Paquita. También trabaja su mujer Aina Mayol y su suegra, Margalida Cuart, cocina. Tiene 43 años y asegura gustarle el trabajo. Con todos los peros que otorgan estos tiempos de mirar el bolsillo. "Nos perjudicó la ley del tabaco y desde luego la crisis", comenta.

No le es ajeno el mundo de los bares. Su padre Armando González Gomis regentó la cafetería Sóller, frente a la iglesia del pueblo, hasta que "el boom de los alemanes" propició que el local acabara en manos germanas. Los González se vinieron a Palma, aunque siguen viviendo en Sóller. Desde 1999 regentan un bar que es popular por sus ´berenars´ y sus cafés de sobremesa. El actor Xesc Forteza fue un cliente asiduo. Aún sigue la tradición de "ir a tomarse un cortado, Magdalena Palmer, la hija del primer propietario, Sebastià Palmer".

El Tulsa es, como bien describe José Manuel, "un punto de referencia", en una zona en la que el mercado del Olivar es el centro neurálgico. Cuando el bar con nombre de película de oeste abrió, seguía existiendo Mercapalma en los sótanos del mercado. Eran tiempos en que los polígonos, los extrarradios eran lugares de horizontes lejanos, como aquellas películas del Far West.

"La hija de los dueños, Magdalena, se casó con Pep Bibiloni, futbolista del Baleares, y padres del dibujante Toni Bibiloni, ´Bibi´, el creador del logo del actual Tulsa", cuenta José Manuel.

La barra y el mostrador no han cambiado desde que aquel bar emitió su primer ´disparo´ en consonancia con una heroína, Susan, que pondría en jaque a los mallorquines de una ´ciudad de lucha´. Palma, la cinematográfica.