Numerosos restaurantes con terraza de Brooklyn, Manhattan y otros barrios de Nueva York ofrecen como servicio añadido un menú para los perros de sus clientes. En Palma, a nadie se le había ocurrido, hasta que hace un par de semanas abrió Claxon y colocó en la ventana un cartel que dice: ´Menú canino. Paté de buey o de cordero y verduras. Dos euros. Agua gratis´. Los tres socios del restaurante situado en 31 de Desembre han aportado ideas para el negocio adquiridas de su experiencia profesional en otros lugares y una de las más exitosas es la oferta para canes. "Muchísimas personas se paran a preguntar si es verdad y ya han venido bastantes clientes con sus perros", tal como explica Enzo Cominetti, el socio amante de los animales y quien propuso este original menú.

"Creo que había una carencia, porque mucha gente trabaja todo el día y el único ratito que tiene disponible debe dedicárselo al perro, por lo que con esta opción pueden salir a comer o cenar a un restaurante con su mascota y así aprovechar al máximo el tiempo libre", argumenta Cominetti. Otros clientes potenciales son los que van paseando a sus canes por 31 de Desembre y se topan con Claxon por casualidad en el número 9. "Si les atrae el menú y el establecimiento, se pueden quedar sin tener que llevar a casa a su mascota y regresar de nuevo. Además, el perro lo agradecerá", destaca. "Por ahora, ninguno ha rechazado el paté", que puede ser de pollo, buey o cordero.

Los chefs y socios Rafa Nadal y Carlos Barandiariaín no tocan en ningún momento la comida para perros. "Compramos tarrinas, porque el restaurante no es para mascotas, sino un servicio más, como el parking de bicicletas. Y no hay que quitarle mérito a los chefs, que cocinan de maravilla", alaba Cominetti. Remarca que "la manipulación del alimento de los animales, la limpieza de sus platos y todo lo relacionado con ellos se realiza en el patio, no en el interior del restaurante", por una cuestión de higiene.

Por ahora no ha habido ningún problema con los clientes sin mascotas. "Tenemos una terraza en la calle, un patio y el interior del restaurante. Si a alguien no le gusta que haya un perro cerca, puede elegir otro sitio. El espacio es amplio", indica el portavoz. El restaurante, que definen como "cruce de cocinas", vive al fin y al cabo de los clientes del menú y de la carta, no de los animales.