Las obras del Baluard del Príncep avanzan y ya permiten vislumbrar el mar de marés que ha creado Elías Torres (Eivissa, 1944) para rematar su paseo de Dalt Murada. Es un espacio original de El Fratín, el ingeniero que levantó las murallas renacentistas de Palma. Es un lugar que durante décadas quedó desvirtuado por la construcción de viviendas militares. En tiempos de Catalina Cirer se logró el derribo de los edificios que afeaban el frente marítimo de la ciudad antigua. Desde este momento, los técnicos de Cort tuvieron claro que el arquitecto ibicenco, que ya había recreado el paseo entre ses Voltes y sa Calatrava, debía rematar la obra.

El resultado que ya se percibe es el de un mar ocre de piedra porosa que contrasta con el Mediterráneo que está a sus pies. Torres ha creado un conjunto de líneas oblicuas, ángulos imposibles y confluencias geométricas que solo su talento puede concebir. Planos inclinados, lienzos que terminan en un semiarco que choca contra una pared. Si las aguas del mar se cruzan, entrecruzan, avanzan y retroceden de forma caprichosa, aquí son las líneas de las paredes las que se unen y se separan para dar paso a nuevas formas. El Mediterráneo es azul cobalto, es verde o turquesa, según la soberana decisión de los rayos del Sol. Este mar de marés es ocre muy claro, aunque pronto oscurecerá también bajo la influencia del astro de la vida.

Palma se ha asomado desde sus orígenes a un mar de agua salada. Gracias al ingenio de Miquel Barceló cuenta con un mar de barro duro y resistente en la catedral. Pronto tendrá un mar de marés ideado por Elías Torres. Cuando se observa desde la calle Bala Roja se ven cabezas de obreros que sobresalen por encima de algunas de las líneas, igual que los bañistas asoman sobre las crestas de las olas. Cuando finalicen los trabajos, los visitantes serán bañistas de secano.

Solo queda un ruego por dirigir a las autoridades. Que encarguen cuanto antes a Elías Torres el remate de Dalt Murada, que se dé coherencia con el resto al tramo que discurre entre ses Voltes i s´Hort del Rei. La catedral y la Almudaina lo merecen.