Pocas veces una palabra fue tan crucial en la cuestión. La comunidad de propietarios quiere sustituir las barandillas de los balcones, pero la licencia que otorgó el Consell es para repararlas. A eso se aferra la combativa vecina del edificio Pelícano para alegar que no pueden retirarle los barrotes metálicos de color azul. Amunategui también argumenta que la licencia tiene "irregularidades", ya que fue concedida para los balcones de la "fachada principal que da a la calle", según el permiso del ejecutivo insular, y no de la fachada que da al mar, que es donde está su barandilla.

Además, según afirma la vecina, los responsables de la comunidad de propietarios solicitaron licencia de obra menor para una vivienda cercana de la calle de Joan Miró, en vez de hacerlo para el edificio Pelícano. "Ellos saben que si hubiesen hecho las cosas como toca y hubiesen pedido el permiso para la fachada que da al mar nunca se lo habrían concedido, porque están alterando la estética del edificio", arguye Amunategui.