La reforma del Moll Vell sigue adelante y este jueves dará un paso muy importante para su continuidad: se derribarán los dos edificios situados junto a los amarres y en este solar se prevé construir un moderno inmueble con restaurantes en la planta baja y locales comerciales en la superior. Además, la azotea será un mirador público en el que se estudia la posibilidad de instalar una cafetería, tal como explica Óscar Siches, uno de los socios de Amarres Deportivos, quien ganó la concesión de la Autoritat Portuària, aunque el proceso está pendiente de los tribunales al haber sido impugnado por otro licitador.

Pese al conflicto judicial, las obras comenzaron la semana pasada con la retirada de todo el material reciclable, como por ejemplo el vidrio de las ventanas, las estructuras de aluminio y de madera, los baños, el mobiliario de cocina, instalaciones varias y aquellos elementos que podrían contener amianto.

Los dos edificios existentes -el antiguo restaurante La Lubina y las oficinas de consignatarios y empresas náuticas- empezarán a ser demolidos el jueves y en una semana habrán desaparecido por completo, según indica el promotor.

El arquitecto, Juan Antonio Cortés Segura, ha proyectado un inmueble de unos 1.600 metros cuadrados que "se concibe como continuación del paseo y se va elevando formando un mirador", detalla en referencia a la avenida Antoni Maura, ya que al otro lado de la carretera, cuando empieza la calle Moll Vell, se creará otro paseo peatonal eliminando las actuales plazas de aparcamiento. Se trata de unos 4.000 metros cuadrados de espacio público hasta la Casa del Mar, también ejecutados por la concesionaria de la reforma y explotación en los próximos 14 años.

El proyecto básico especifica que "se plantea un edificio con una imagen unitaria y a la vez contundente, utilizando pocos materiales y de gran calidad", donde predominará la madera de iroko, el acero cortén, el vidrio y el hormigón blanco.

Frente a las obras, que durarán un año, se encuentran los 26 amarres de la marina Palma Moll Vell, con barcos de 25 a 40 metros de eslora. En el futuro se podrá pasear junto a ellos -ahora están separados por vallas-, aunque la adjudicataria instalará paneles acristalados para mantener la seguridad, tal como afirma el portavoz de los socios.

El arquitecto pretende lograr una "integración en el entorno mediante la continuidad de las fachadas, relacionando el paseo y el muelle gracias a la permeabilidad de vistas y circulaciones de los locales que atraviesan el edificio en su eje norte-sur".

El proyecto detalla además que están previstas seis unidades de locales y/o despachos de casi 160 metros cuadrados, que se pueden agrupar, así como un gran restaurante de más de 400 metros cuadrados, de los que unos 165 metros se encuentran en el sótano.

En cuanto a las instalaciones especiales y de servicios, habrá un cuarto para la marinería, aseos y duchas para los usuarios de los amarres y una zona con 48 plazas de aparcamiento en superficie en la parte posterior del edificio, y 24 estacionamientos para bicicletas en la misma zona. El pavimento exterior, entre el nuevo edificio y los existentes, será como el de la avenida Antoni Maura.