¿Por qué se aviva ahora de nuevo la polémica recurrente sobre el nombre oficial de la ciudad? ¿Es debido acaso a la proximidad de la campaña electoral? ¿Algún asesor avispado del Partido Popular habrá desempolvado esta cuestión para que los electores no se hagan la pregunta –demagógica, por supuesto– de dónde estan los puestos de trabajo prometidos por Isern, o los recortes que no son recortes, o el mantenimiento de los servicios o la no subida de impuestos, pese a que la presión fiscal se incrementará el próximo año una media de casi el seis por ciento? La respuesta es mucho más sencilla que todo eso. Lo sorprendente es que aún no se hubiera desatado nuevamente la polémica sobre el nombre oficial de la ciudad teniendo en cuenta la especial querencia del alicantino José María Rodríguez, para que quede claro que Palma es de Mallorca y no Palma del Río, pongamos por caso. A ningún mallorquín se le ocurre denominar la ciudad con el añadido de Mallorca, al menos estando en la isla. No obstante, por si acaso, cuando el también presidente del PP de Palma tuvo la responsabilidad de redactar la Ley de Capitalidad siendo conseller de Interior del último Govern de Jaume Matas introdujo nada más y nada menos que más de cien coletillas de Mallorca, detrás del nombre de Palma. Y eso que el texto de la citada ley apenas ocupa veinte folios.

Un cambio incluido en el programa

Por todo ello, no es de extrañar que el programa del Partido Popular incluyera la "recuperación" del añadido de Mallorca tras el nombre de Palma en el texto de la ley de capitalidad. Y tampoco es de extrañar que, cuando se ha planteado trasladar al Parlament la petición de Cort para recuperar las competencias urbanísticas, también se haya incluido nuevamente la cuestión de el nombre oficial. Todo ello coincidiendo con la negociación con el Consell de Mallorca del texto por el cual se recuperan las competencias por parte de Cort en materia de Urbanismo.

Alarcón sustituye a Pol en la funeraria

Javier Alarcón sustituirá a Francisca Pol en el consejo de administración de la Empresa Funeraria Municipal. El forense fue director general de la Vivienda en la recta final del mandato de Catalina Cirer, cargo que compatibilizaba con la conducción de un programa radiofónico.