Después de una noche con el coche haciendo las veces de refugio, la familia desalojada del 52 de la calle Socors recapacitó. La casa de huéspedes que Cort les asignó fue limpiada para que pudieran pernoctar allí.

"Ahora lo han limpiado y se nota. En el Ayuntamiento no nos creían. Se han pasado por allí y se han dado cuenta de que teníamos razón", recalcó ayer Rafael, el cabeza de familia. Rafael y María José, su esposa, se replantearon su decisión inicial y concluyeron que sus hijos no podían pasar más tiempo en la calle. "Por lo menos ahora se puede pasar allí la noche y, luego, llevar a los niños al colegio", explicó algo más aliviado. "Tampoco tenemos otra opción", admitió.

El ruinoso estado de la vivienda en la que habitaban como inquilinos, en el número 52 de la calle Socors, obligó a su inmediato desalojo. Máxime cuando los técnicos municipales examinaron el edificio días después del trágico derrumbe de la calle Rodríguez Arias.

Ocho familias desalojadas

En dicho inmueble, residían ocho familias, un total de 20 personas, muchos de ellos niños, que vivían en malas condiciones. El edificio no superó el examen municipal. Los expertos concluyeron que el inmueble se tenía que derribar.

El Hotel Sorrento, situado en la calle Manacor, le fue asignado en primera instancia por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Palma para que pudieran ser realojados. La decepción sobrevino a Rafael y a María José cuando les conminaron a mudarse con carácter inmediato. Su nuevo destino era una casa de huéspedes de la calle Martí Feliu. En cambio, el resto de realojados, a los que se envió a un establecimiento de la calle Apuntadors, se mostraba satisfecho.

María José y sus dos hijos se sentaron el pasado martes en la acera de la calle Socors pensando qué hacer. Miraban desde la distancia la que había sido su vivienda en los últimos años, completamente apuntalada. Tras pernoctar una noche en la pensión, prefirieron meterse con toda su prole en su coche. Ayer, volvieron con resignación a la casa de huéspedes.