La capacidad de sorpresa de la ciudadanía con los escándalos de corrupción queda superada día tras día y, por lo que se ve, no hay ámbito en el que no sea posible hallar un uso irregular del dinero público, incluso en la puerta del más allá, en pleno cementerio palmesano. La detección de irregularidades en la gestión de la Empresa Funeraria Municipal ya fue noticia en su día al poner este diario al descubierto el pago de viajes particulares en la funeraria, que habían tenido como protagonistas al gerente, el ahora detenido Óscar Collado, y a una concejala, Marina Sans, que una vez descubiertos decidieron devolver lo malversado. La investigación de la Fiscalía Anticorrupción nos ha develado ahora que la malversación alcanzó unas magnitudes más importantes que unos simples desplazamientos y habrá que esperar cual es el resultado final de las pesquisas.

Lo importante, lo que cabe preguntarse es porque fallan tanto los mecanismos de control del dinero público. No vale con decir que se están descubriendo las irregularidades ahora. Porque la pregunta que surge en el ciudadano es inmediata ¿Habríamos sabido lo que sabemos si no se hubiera dado un cambio en las instituciones? Hay que hacer imposible, o al menos muy difícil el desvío de fondos públicos.