Que el PP (o Catalina Cirer) nos explique ahora qué clase de control puede ejercer sobre el equipo de gobierno de Palma un concejal que carga al erario público viajes de sus familiares por valor de miles de euros, y que encima miente descaradamente pese a haber sido pillado in fraganti. Lo peor de todo este podrido asunto es que los que se aprovechan de su cargo encima nos traten de imbéciles. Intente endosar a su empresa privada una factura de un gasto que no es de trabajo, y verá cómo el contable le salta a la yugular. En Cort, en cambio, había dinero para clubs de alterne y fúnebres viajes a Chicago. Caraduras se queda corto.