La iglesia de San Jaime, aparte de ser considerada como una de las parroquias más antiguas de la ciudad (1247), es uno de los ejemplos más genuinos de la arquitectura gótica mallorquina. Sus orígenes se remontan al mismo instante en que se produjo la primera organización eclesiástica de la isla. Según la tradición este templo fue fundación de los reyes de Mallorca, quienes lo dedicaron al santo de su nombre. En un principio (siglo XIII), y tal como sucedió con otras iglesias, el templo debió consistir en una construcción muy sencilla, de reducidas dimensiones. Hacia 1327, casi cien años después de la Conquista, se iniciaron las obras de la actual iglesia de San Jaime, bajo la dirección del maestro de obras Jordi Despujol y financiado por el infante don Felipe, tutor del rey Jaime III. El modelo constructivo elegido para esta parroquia fue el mismo que se había utilizado unas décadas antes para levantar los templos conventuales de la ciudad (San Francisco o Santa Margarita, por ejemplo) -aunque de dimensiones más reducidas- y que a su vez estaban inspirados en las austeras construcciones que había difundido la Orden del Cister por la Península Ibérica y la Occitania. San Jaime es una iglesia de una sola nave con capillas laterales situadas entre los contrafuertes, con una cabecera semicircular. La cubierta, en cambio, a diferencia de las conventuales (San Francisco inicialmente presentaba la cubierta de madera y Santa Margarita todavía la conserva), se realizó de piedra mediante bóvedas de crucería. No es aventurado pensar que este modelo también debió ser el que se impuso en las demás iglesias parroquiales de la ciudad en aquella época -con la excepción de Santa Eulalia-. Incluso, en un principio, la Catedral se había concebido como un templo de una sola nave, tal como se puede apreciar en la Capilla Real (dónde se encuentra el altar), aunque posteriormente se apostase por aumentar la escala y la planta del templo a tres naves.

La construcción de la iglesia de San Jaime fue lenta, su finalización tuvo lugar en el siglo XVI. A pesar de esta dilatada cronología, su interior presenta una unidad estilística, como si la fábrica se hubiese construido de golpe, tal como sucede con el castillo de Bellver o la Lonja, los cuales se construyeron en un corto período de tiempo. Este fenómeno es debido a que la iglesia se empezó a construir por el ábside y después se continuó por las capillas laterales, dejándose el alzado de la nave y su cubierta para la última fase de construcción. De esta manera, la capilla de San Bartolomé, que es una de las que están más alejadas del altar, se construyó antes que los primeros tramos de la nave. Es decir, la construcción previa de las capillas laterales, condicionó y garantizó la fidelidad del estilo inicial del alzado y cubierta del resto de la fábrica, aunque se finalizase muchos años más tarde. También debemos considerar lo enraizado que está el estilo gótico en la tradición constructiva de la isla, cuya utilización e influencia se ha perpetuado a lo largo de estos últimos ocho siglos. Por último, otra de las causas que otorgan unidad estilística al templo es la desnudez de sus muros, debido a la ausencia de grandes y recargados retablos, lo que permite observar la coherencia de toda su estructura arquitectónica, característica, ésta, esencial en el estilo gótico. Sin embargo, no son originales algunas de las capillas del presbiterio. Tampoco lo es "sa capella fonda" del Santísimo, bella capilla ubicada en el tercer tramo izquierdo de la iglesia, y que fue construida en la segunda mitad del siglo XVIII, bajo el patronato de la familia Cotoner. Allí están enterrados los corazones de los hermanos Rafael y Nicolás Cotoner, grandes maestres de la Orden de Malta.

La entrada principal del templo da a una plazoleta de la calle de Sant Jaume. Su fachada es plana, únicamente interrumpida por el portal de acceso, unas molduras horizontales y un rosetón. En el mismo plano de fachada, a su izquierda, se encuentra el campanario, también plano e interrumpido por las mismas molduras. Su remate acaba en un cuerpo piramidal, común en muchos campanarios medievales de Mallorca. En su conjunto la fachada es gótica, a excepción del portal de entrada realizado a finales del siglo XVIII, que substituyó el portal original. Con estas palabras lo describe el cronista Joaquín Mª Bover "Las garambainas churriguerescas con que el escultor [Miquel] Thomàs adornó en 1776 la puerta principal de Santiago, borraron para siempre la elegante portada, bizantina por la forma y gótica por las labores, que daba entrada a la iglesia. El bajo relieve del santo titular que está sobre la puerta [...] es seguramente lo mejor que salió de la diestra mano de aquel distinguido escultor mallorquín; pero otro y no aquel era el lugar oportuno en que debía colocarse".

Entre sus piezas artísticas destacadas sobresale una figura románica de Cristo Crucificado que según la tradición procede de los tiempos de la Conquista. De hecho, ha sido datada en el siglo XII, por lo que debieron traerla los primeros pobladores cristianos durante el siglo XIII. Este Cristo procede del desaparecido oratorio del Santo Sepulcro y fue trasladado a San Jaime en el siglo XIX. Otro aspecto a destacar de la iglesia parroquial es la preciada colección de escudos que se reparten entre sus muros, claves de bóveda y vidrieras. Sus armas nos hablan de las familias que a través de los siglos han ido financiando esta fabulosa fábrica: Arnau, Borrassà, Verí, Togores, Net, Torrella, Asprer, Cotoner, Aymerich... entre muchos otros.

(*) Cronista oficial de la ciudad