Con la que está cayendo, y no me refiero al temporal de lluvias, todos los grupos municipales de Palma no han tenido más remedio que vetar los rascacielos de Grande, unos proyectos harto sospechosos de ocultar pelotazos millonarios. Parece que en Palma se guardan un poco más las formas en materia de urbanismo, pero nadie pondría la mano en el fuego de que las mismas iniciativas del propietario del Mallorca tendrían otra acogida muchísimo más favorable si el campo de fútbol hubiera estado situado en Andratx, Llucmajor, Calvià o Marratxí, por poner un ejemplo.