PP/VOX, condenados a odiarse en paz

Los diputados de Vox durante un Pleno

Los diputados de Vox durante un Pleno

Matías Vallés

Matías Vallés

¿Cómo deben ser las peleas entre siameses? Balears cuenta con un ejemplo, la querella perpetua entre PP y Vox. La riña es inevitable porque no solo se disputan los votos, sino también las esencias. Y ni a los hermanos ni a los partidos les queda otro remedio que pactar un acuerdo. Ninguno de los fusionados puede permitirse la debilidad extrema, y mucho menos la desaparición, de su par.

PP/Vox están condenados a odiarse en paz, a pasar del enfurecimiento al enfurruñamiento, a reconocer que ni el análisis genético más exigente advertiría una identidad diferenciada entre ambas formaciones. Se hallan tan obcecados que convocan citas clandestinas, de las que solo falta editar las conclusiones en multicopista. Les bastaría con leer su Acuerdo de 110 puntos para refugiarse en que la alianza detalla la «reunión bimensual» de una Comisión de Seguimiento y Evaluación.

Desde el cuartel general, Abascal remitía ayer insultante al PP a la política lingüística de Armengol. Sería curioso que Prohens se viera degradada por la presidenta del Congreso en la jerarquía de Balears, y obligada al mismo tiempo a prorrogar las cuentas de la persona que más detesta en este mundo. Desde su investidura, la presidenta del Govern pretende desligarse de Vox llevando a cabo sus ultrapreceptos. Siameses.

La intimidad no deseada entre PP y Vox es mucho más estrecha que la vecindad de PSOE y Podemos. De ahí que la mínima complicidad hacia el copropietario de la marca conservadora se interprete como debilidad. Los populares pactaron para engañar a su socio, querían aliarlos para liarlos, la ultraderecha moderada ha aprendido con sangre que cualquier cesión al cónyuge forzoso es mortal. De ahí el conflicto vigente.

El primero de muchos asaltos venideros lo está ganando Vox, aunque sea con sus propuestas irracionales sobre el idioma único. Desde el 28M, los populares han negado con obtusa obstinación el peso real de la ultraderecha moderada, la necesidad de pedirle permiso. Vox aspira al trono de PP auténtico, apelando a los bajos instintos y apostando a un empeoramiento de la situación a corto, la inmigración después del castellano. Los populares se conforman con ser la derecha llevadera del ora et labora. Construye y calla.

Suscríbete para seguir leyendo