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Alex Volney

¿Mussolini tenía oro?

Encuentro de nacionalsocialistas y falangistas, años 30. Sentados, el cónsul alemán J.Dede y el falangista Alfonso de Zayas. arxiu catalina dede

A finales del S. XX, en las postrimerías del siglo sangriento una mujer bajita, con cierta altanería y desparpajo, maqueada absolutamente; perfectamente vestida, se paseaba por las calles del barrio antiguo de Palma. De vez en cuando acudía a algún evento y sobre todo a misa en la Catedral. Era hija de una muy conocida familia de comerciantes, y tras el asalto fascista se enamoró, casó y tuvo un hijo con un piloto italiano.

El admirado historiador, probablemente el único homenot que hemos tenido en mucho tiempo, el monje Josep Massot i Muntaner aseguraba, con años de investigación a sus espaldas, que «las mujeres de todas las edades, no ocultaban su entusiasmo por aquellos jóvenes que se mostraban tan simpáticos, y ello suscitaba los celos de los mallorquines, que tenían hacia ellos un sentimiento de rabia». Parece ser que hubo bodas mixtas, madres solteras avant la lettre hijas del fascismo, mujeres seducidas, embarazadas y abandonadas. Amén. Corroborado todo por nuestro intelectual recientemente fallecido, junto a la repulsión que despertaba el psicópata Bonacorsi y sus interminables barbaridades genocidas.

Otro historiador, Francesc Riera, en su momento resaltaría que en Europa, el 1935, las leyes de Núremberg se extenderían y complicarían mucho las cosas a estos «matrimonios» mixtos de puñal «gentil» y cáliz «semita». Empezarían pronto a poner trabas a instancias de la «pureza de sangre». Massot i Muntaner aseguraba que ni los servicios británicos que estaban al corriente de casi todo pudieron oler el asunto que se estaba urdiendo. Parece ser que para poder casarse con nazis alemanes o fascistas italianos la cosa se iría complicando mucho. El control étnico empezaría pronto. (Curiosidad: algún destacado activista antifranquista, de más tarde, tuvo ese origen). Incluso con los años se mitificaron algunos noviazgos o casamientos dramáticos. Enlaces hispano-italianos como el de una conocida joven muy bella de Palma hija de un general auditor de guerra de Mallorca. Esta, nada más casarse y partiendo con un hidroavión de guerra desaparecería en el mar.

Massot solía contar a menudo lo del «cortejo militar» de otro hidroavión que cayó sobre una escuela rural mallorquina, matando alumnos y maestra. El aviador, como la imbecilidad asesina que reinaba en Mallorca entera, cortejaba a la maestra y para lucirse iba haciendo pasadas de exhibición sobre el centro escolar. En aquellos momentos las vidas ajenas no valían mucho. Cayó y destruyó el cole. El hecho fue tapado de inmediato. Hoy unos 400 niños han perdido la vida en la maldita guerra de Ucrania. Más de mil yacen heridos. Esas conductas de desprecio hacia la vida ajena no desaparecen nunca. Incluso hacia las vidas que comienzan.

El Padre Massot, un lujo para esta isla, lo relataba en los últimos noventa al periodista Andreu Manresa, único periodista que hizo eco del tema, a raíz de un sonado descubrimiento que se había producido en el Arxiu Municipal de Palma a manos del Doctor P. de Montaner y al que la historiadora Magdalena de Quiroga Conrado más tarde daría forma. Estén atentos pues en breve este trabajo verá la luz al final del vergonzoso túnel. El título: Expedientes de limpieza de sangre. Mallorca 1938 - 1940. Próximamente.

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