Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Daniel Capó

LAS CUENTAS DE LA VIDA

Daniel Capó

La continuidad de Pedro Sánchez

El inicio, este martes, del Debate sobre el Estado de la Nación nos ha recordado que, en la política española, continúa dominando el ciclo de las elecciones. Primero, las municipales y autonómicas ya a la vuelta de la esquina y, poco después, las generales si el gobierno soporta los embates del duro invierno que se avecina. La debilidad manifiesta del sanchismo tiene una traducción inmediata en la factura de los acuerdos. El PSOE necesita a la extrema izquierda y a los nacionalismos periféricos, incluso más que hace unos años. Con Cs desaparecido, o fagocitado por el PP de Feijóo, y con Vox en tierra de nadie –aunque con un número de votos relevante–, Sánchez sabe que precisa de todo el arsenal de votos que se encuentra a su izquierda, sin muchos más matices. El apoyo a largo plazo de ERC o Bildu, por citar dos partidos abiertamente contrarios a la arquitectura actual de la democracia española, se vuelve crucial; mientras que el voto del PNV o CC –siempre más pragmático– se relativiza hasta cierto punto, pues al final son formaciones con un precio tasado, alto por lo general. ¿Será eso suficiente para mantenerse en el poder? Dependerá de muchos factores aún inciertos. El primero es el propio desgaste de la figura de Sánchez y, con ello, del PSOE como partido de gobierno. Los apoyos de ERC y de Bildu no salen gratis en buena parte de España, sino que restan abiertamente. Y la coyuntura económica y social tampoco va a beneficiar a los socialistas, si –como sospechamos– se acerca un invierno difícil en términos de inflación, recesión económica, subida de tipos y –¿quién sabe?– incluso de racionamientos en la energía. Este último aspecto, que constituye uno de los grandes miedos de las elites bruselenses (hasta el punto de haber convocado una reunión de emergencia en la UE para finales de este mes), sería consecuencia del cierre del gas ruso decretado por Vladimir Putin. Históricamente, Rusia ha ganado sus guerras en invierno –así fueron derrotados Hitler y Napoleón–, cuando el frío polar resucita los miedos ancestrales de los europeos. ¿Se repetirá ahora la jugada? El Kremlin sueña con ello, una vez que se ha comprobado que las sanciones occidentales a la economía rusa no han desestabilizado al país ni social ni políticamente. Al menos por ahora. Putin cuenta con que el estallido social empiece en Europa antes que en su país. No podemos descartarlo.

Un continente sin gas significa inflación y quizás algún tipo de racionamiento energético para la industria y los hogares. Ya veremos si se llega a este escenario, pero en todo caso las incertidumbres son enemigas de la estabilidad y alientan los temores. Sánchez jugará hasta donde pueda con los fondos europeos y resulta lógico que los aproveche. La política es una maratón que a menudo se gana por descarte. El control de la demoscopia le permitirá calibrar el día de las elecciones generales en el caso de que hubiera adelanto. Tampoco puede excluirse esta opción. Sin embargo, la línea de corte empieza a vislumbrarse con claridad y con muy pocos partidos en tierra de nadie. Y Sánchez sabe que, si quiere seguir en el poder, su única alternativa pasa por cortejar a los nacionalismos más radicales y a la extrema izquierda; del mismo modo que Feijóo difícilmente llegará a la Moncloa sin el apoyo de Vox.

Compartir el artículo

stats