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Las ayudas son ayudas y se pagan

Este artículo iba a tener un título más brusco. Algo así como «la Consellería de Agricultura paga». Quería responder a la cantinela de la Sra Asunción Pons, que cada vez que puede, repite como una cantinela la idea contraria, mezclando siempre unas cosas con otras, sin muchos datos, sin mucho conocimiento de la estructura de las ayudas agrarias, ni tampoco de las normas de procedimiento administrativo. Finalmente, y al hilo de la campaña que ha lanzado el Ministerio de Agricultura sobre la importancia de la PAC «Lo que pasa en el campo, no se queda en el campo», me ha parecido mejor ampliar el foco, y tratar de explicar las razones que hay detrás de las ayudas en el sector agrario.

La Política Agraria Común nació con cinco objetivos que se recogen en el artículo 39 del Tratado de Funcionamiento de la UE. Uno de ellos reza así. «Garantizar un nivel de vida equitativo a la población agraria, en especial, mediante el aumento de la renta individual de los que trabajan en la agricultura». Este objetivo se mantiene intacto desde el año 1961 porque la realidad no se ha corregido. Las negociaciones de la PAC de este periodo se iniciaron con un primer documento de la Comisión Europea en el que situaba el nivel de la renta agraria de la UE en un 50% de la media del resto de los sectores económicos. Solo en Eslovenia y la República Checa, la renta empresarial agraria superaba a la renta media nacional, y el diferencial era dramático en países como Dinamarca o Finlandia. Esto no quita que existan sectores agrarios y explotaciones a las que le va bien o muy bien, y que haya amplias diferencias de renta entre sectores, modelos de explotación y entre regiones.

A partir de aquí, la primera función de las ayudas directas es compensar la renta agraria. Así es y los datos muestran como las ayudas agrarias representan entre un 24,2% y un 51,1% de la renta agraria, aunque en algún sector como el hortícola, las ayudas no llegan al 3%. En segundo lugar, la sociedad europea ha decidido que los beneficios, valores y bienes que aportan los y las agricultoras y ganaderas van más allá del valor de los alimentos y tienen que ver con el mantenimiento del paisaje y los ecosistemas, la gestión del territorio, la captura de carbono o la misma identidad cultural, y no pagarlos y que desaparecieran, tendría consecuencias muy dramáticas para lo que hoy entendemos que es Europa. Pero no olvidemos que las ayudas deberían de funcionar como compensación de rentas. Esto quiere decir que tanto los costes de producción, como el resto de los factores de producción deberían de cubrirse a través del precio que reciben los agricultores y agricultoras, y las ayudas deberían ser la parte de la renta que garantiza la calidad de vida. Si acabamos integrando la ayuda dentro del cálculo del precio pagado tal y como está sucediendo en algunos sectores, pervertimos el sistema.

Siguiendo mi argumentación, les diré que las ayudas que diseñamos las administraciones agrarias, tanto Ministerio de Agricultura como las Comunidades Autónomas, deben ser coherentes y compatibles con la Política Agraria Común. Hablando en plata. «No podemos hacer lo que nos da la gana». Por ejemplo, unas ayudas directas que cubrieran el coste de la exportación estarían prohibidas por el acuerdo de la OMC, por ello, si queremos poner en marcha una ayuda al transporte hay que justificarla mucho ante la Comisión Europea. También están prohibidas desde la reforma de la PAC de 2007 las ayudas directas sobre el precio de la producción, y si lo estamos pudiendo hacer en estos años es por la excepcionalidad abierta desde la Comisión Europea a causa de la pandemia y de la guerra de Ucrania, pero de nuevo, siempre muy justificado y con los límites de los reglamentos.

La Consellería, gestiona y controla en materia agraria un total de 71 líneas de ayuda; 11 de ayudas directas dentro del Primer Pilar de la PAC, 24 líneas de Desarrollo Rural, 4 líneas de Organización Común de Mercados, 6 de Next Generation y Guerra de Ucrania y 23 Ayudas de Estado. Estás últimas requieren una tramitación extraordinaria al tener que ser justificadas y comunicadas ante la Comisión Europea y esperar su autorización. Las ayudas no son instrumentos aleatorios. Desde la Consellería, en diálogo siempre con el sector, diseñamos siempre una ayuda bien para compensar, para incentivar cambios, para favorecer la modernización del sector, o para enfrentar situaciones sobrevenidas, pero desde esta Consellería siempre lo hacemos buscando un horizonte estratégico por donde queremos transitar.

Para terminar. «La Consellería de Agricultura paga» y yo me atrevería a decir, que poco a poco y a lo largo de la legislatura, hemos ido cogiendo un ritmo muy alto, pero siempre con los tiempos que marca la ley de procedimiento administrativo y la ley de subvenciones. En los seis primeros meses de 2022, se ha pagado a una media de 4,9 millones de euros cada mes, llegando a un máximo en el mes de junio con pagos que ascendieron a 8.105.024,65€ además de otro 1.560.000,00€ de la ayuda al sector del vacuno de leche derivada por la crisis de Ucrania, es decir, un total de 9.665.024,65€. Del total de ayudas pagadas, 16,7 millones de € son de Desarrollo Rural y aún más en concreto, solo de la línea de Inversiones en Explotaciones Agrarias, se han pagado 5.995.817,54€. En definitiva, la Consellería cumple.

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