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Desde el siglo XX

José Jaume

El presidente Sánchez instala respiración asistida al Rey Felipe VI

La declaración de rentas hecha por el actual jefe del Estado y el decreto que ayer aprobó el Gobierno sobre la Corona dan cuenta del cuarteamiento de la Institución

Es el «frente republicano» probablemente el principal activo del que dispone la Monarquía borbónica para no desaparecer en España. La inacabable estulticia de la dirección de Podemos, constatada con su idiota oposición a que se arme a Ucrania para defenderse de la agresión rusa, es prueba de que más allá del PSOE, en la izquierda estatal (precisión importante) no hay casi nada. La ministra Belarra, secretaria general de Podemos, y su colega Montero, marionetas en la cuerda de quien sigue en el ordeno y mando, Pablo Iglesias, lo constatan. Así, cuando el Gobierno, el PSOE, decide que hay que apuntalar a la Corona, de acuerdo con el PP, a la que Juan Carlos de Borbón desde el Golfo Pérsico no ceja en el empeño de dejarla a la intemperie (la foto con hijas y nietos va sobrada de mala leche), Belarra lanza un tuit que una ministra no debiera permitirse. Es igual: nada pinta en el Gobierno. Es peso muerto. Su oposición al envío de armas a Ucrania se desacredita con tan solo plantearle lo que sucedió con la negativa de las democracias occidentales, Francia y Reino Unido, a armar al Gobierno legal y legítimo de la Segunda República en julio de 1936 en contrapartida al inmenso arsenal proporcionado por los nazi-fascistas a los golpistas del general Franco. Belarra, Montero, Podemos, Iglesias, deambulan extraviados. Zarzuela respira tranquila ante el descoyuntado «frente republicano».

A lo que íbamos: ¿servirá el supuesto ejercicio de transparencia de Zarzuela, haber informado que el Rey dispone de dos millones y medio de euros, de que no tiene propiedades inmobiliarias ni fondos colocados en paraísos fiscales? ¿Ayudará el decreto aprobado por el Gobierno con la anuencia del PP de Núñez Feijóo para que la Corona sea vista como instrumento válido para el futuro? Probablemente no, salvo para los inmediatos tiempos. Ocurre que la Monarquía tiene en España ausencia de legitimidad de origen que no puede ni podrá ser soslayada: fue instaurada (se habló de «reinstauración») por el general Franco, que, en decisión personalísima, como todas las suyas, dejó de lado miserablemente a Juan de Borbón para situar al hijo, Juan Carlos, como sucesor en julio de 1969. La dictadura surgida de la Guerra Civil seguía viva y coleando. Todavía asesinaba. Lo hizo hasta septiembre de 1975. Estaba en su naturaleza. Lo que después aconteció es sobradamente conocido. Tampoco es soslayable el hecho de que el seis de diciembre de 1978, al aprobarse en referéndum la vigente Constitución, la Monarquía parlamentaria adquirió plena legitimidad. Claro, y ahí está el pecado imborrable, que a la ciudadanía española no se la dejó optar entre monarquía o república. Según el presidente del Gobierno de entonces, Adolfo Suárez, porque el triunfo republicano habría sido tan abrumador como el vivido el del 13 de abril de 1931. La Monarquía juancarlista (su nombre aparece citado en la Constitución) se introdujo con calzador. Las consecuencias se dejan sentir casi medio siglo después.

El PSOE, que administra la mejor herencia de la Segunda República, la que ni los comunistas primero ni Podemos después han conseguido usurpar, ha devenido en el decisivo respaldo de la Monarquía; es el socialista, el partido que dirige Pedro Sánchez, execrado hasta la náusea, el que ejecuta la operación de apuntalamiento, que no deja de ser inútil intento de perpetuarla sine die. Se le instala respiración asistida. Se procede a supuestamente modernizarla. Felipe VI y la princesa de Asturias, Leonor, protagonizan episodios «rosa». No dan para otra cosa. El desafecto en Cataluña y País Vasco es notorio, se extiende por otras comunidades. Pese a Podemos se afianza el sentimiento republicano, latente en las Españas. Impredecibles tiempos gaseosos.

Acotación hilarante.- El presidente de Castilla-León celebra el triunfo de Macron cuando acaba de formar gobierno con la extrema derecha. El PP pierde oportunidad de tener la boca cerrada.

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