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Miguel Vicents

El parque natural imaginario

Es Trenc es ese parque natural imaginario declarado por el Govern en junio de 2017 cuyos arenales y sistema dunar pueden ser pisados cada día de verano por miles de personas sin ninguna restricción. También debe de ser el único parque natural con un dominio marítimo-terrestre en cuyas aguas transparentes se permite fondear en una misma jornada y sin ningún control a toda la flota de recreo balear y algún oligarca ruso en busca de refugio.

Desde la declaración de la nueva área protegida, hace ya cinco años, se han eliminado las papeleras de la playa, que buena falta siguen haciendo, los aparcamientos de ses Covetes y de vez en cuando jóvenes trabajadores del parque con camisetas identificativas se pasean por la primera línea de mar repartiendo folletos para informar al personal muy amablemente que todo aquello tan espectacular que ven a su alrededor es un parque natural, aunque aún no se note.

En este tiempo, el parque natural imaginario de es Trenc también ha cambiado los antiguos chiringuitos por otros más pequeños y desmontables, sin terraza ni asientos a la sombra, y sujetos a ruidosos generadores de electricidad a gasoil que convierten la experiencia de tomar un baño de sol en el paraíso en un infierno similar a lo que supondría hacerlo en una estación de autobuses, entre ruido de motores y escapes tóxicos.

Ahora la conselleria de Medio Ambiente ha decidido acabar con tres de estos chiringuitos motorizados a escape libre. Y el ayuntamiento de Campos, al que es Trenc solo le ha interesado siempre como negocio, monta en cólera por las tres concesiones que puede perder. Pero el parque natural de Es Trenc necesita más decisiones valientes, más restricciones y sobre todo más regulación de visitantes y fondeos. Clama al cielo que a día de hoy todavía no cuente con una zona de boyas regulada.

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