La historia no se repite, lo que pasa es que nunca se va del todo. Inquieta comprobar que, fracasado una vez más el centro, las dos Españas siguen más o menos donde estaban al estallar la Guerra Civil: a un lado la derecha en franjas de diversa intensidad (entonces la CEDA y Falange, hoy el PP y Vox), al otro los subconjuntos de la izquierda (PSOE, comunismo y anarquismo entonces, hoy PSOE y Podemos) y los nacionalismos de vocación separatista (PNV y Esquerra). La consoladora y gran diferencia sería que hoy no están presentes los factores internos que cargaban de dramatismo el conflicto (miseria, analfabetismo, clasismo extremo, lucha religiosa) ni tampoco los externos (confrontación entre revolución y fascismo en toda Europa). Un enclavamiento de posiciones tan terco asusta, pero a la vez tranquiliza, pues aleja el peor de los peligros: los inesperados aludes y corrimientos de carga.