El obispo dimisionario de Solsona, monseñor Xavier Novell, que todavía no ha solicitado a Roma ser reducido al estado laical, es el protagonista del, sin duda, escándalo gozoso del verano que da sus postreras y calientes boqueadas. Nos las tenemos con un cura aparentemente moderno, pero en él que anida alma trabucaire, de clérigo tridentino, que, cómo no, puso en la diana el nefando pecado de la homosexualidad, enfermedad que martiriza a los desviados. Novell está en las tesis integristas que sostienen más de la mitad de los algo más de 90 monseñores españoles, que tienen en el emérito cardenal arzobispo Antonio Rouco Varela, que habita ático de lujo en la capital del Reino, y el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que otorgó fraternal asilo al obispo Javier Salinas, impelido a abandonar Mallorca tras airearse el enamoramiento que le desencadenó su pizpireta secretaria. Novell i Gomà (segundo apellido de históricas reverberaciones: cardenal Isidro Gomà, primado de España durante la guerra Civil, principal instigador de la carta pastoral de los obispos españoles a favor de los golpistas bendiciendo la «cruzada») simpatiza con el independentismo catalán, con lo que se le prodigaron atenciones por parte de este mundo tan cerrado en sí mismo, pero lo suyo eran los exorcismos. Parece que los practicaba, consta que con autorización o tácito consentimiento de la superioridad. Novell iba a por todas: opositaba a ser uno de los nuevos líderes del catolicismo integrista europeo; hete aquí que, de repente, sin avisar, anuncia que dimite irrevocablemente de la mitra de Solsona. Se va el obispo más joven de España. Lo deja. Estupefacción entre quienes no están al tanto de las razones que le llevan a tomar tan drástica decisión. ¿Qué ha sucedido para que el Vaticano, siempre marcando eternos tiempos, la acepte de inmediato y para que la Diócesis de Solsona solicite a los fieles que eleven preces al Altísimo por el obispo, que ha meditado y orado antes de renunciar?
La Iglesia calla. El obispo Novell también. No tardará en conocerse la causa de lo sucedido. Ay, cuando se sabe, restalla la cita evangélica: «antes de escandalizar a uno de esos pequeñuelos más vale atarse una piedra el cuello y arrojarse al mar». La jerarquía católica sabe mucho de escándalos, anda sobrada de ellos, pero lo de Novell posee componente que encumbra el escándalo: se ha enamorado hasta las trancas de mujer escritora de novelas eróticas y alguna satánica. Se malicia que se conocieron en infausto día en el que ella acudió a verle para que le diera información sobre los exorcismos, cómo los practicaba para lograr expulsar al demonio de los cuerpos de los infortunados sometidos a su poder Ahora la Diócesis de Solsona insinúa que es Novell quien requiere urgente exorcismo. ¿Qué demonio presuntamente (todo presunto) le ha poseído: Belcebú, Satanás, Asmodeo, Mamón. La lista es larga: el mundo está poblado de íncubos y súcubos (a Novell es un súcubo quien lo posee) que tratan por todos los medios de corromper a la humanidad desde la alborada de los tiempos. Monseñor Novell ha sido presa de la tentación de la serpiente. No ha resistido. Cómo evitarla. Novell es de carne y hueso; los tres enemigos del hombre (y la mujer): mundo, demonio y carne están siempre prestos para, al atisbar el menor signo de flaqueza, actuar insidiosamente. El de la carne, es transgresión a la que no pocos clérigos rinden tributo.
El catolicismo tridentino ha perdido a destacado y aguerrido combatiente de primera fila. El independentismo puigdemontista, también. Acontece con frecuencia: los mejores caen en el campo de batalla, a veces son traicionados en retaguardia. Xavier Novell, víctima de pulsión ancestral que se pierde en la oscura noche de los tiempos: cómo resistirse a una mujer que solicita información acerca de práctica que la Iglesia católica cultiva celosamente: combatir al Maligno, a sus pompas y a sus obras. ¿Será exorcizado monseñor Novell?
