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Bernat Jofre

La feria de las incógnitas

Balears estrenará en Fitur un estand inspirado en el Mediterráneo.

«El peor mal del hombre es la irreflexión». Sófocles, filósofo y poeta griego del siglo V a.C.

Ante la próxima edición de la Feria Internacional de Turismo, quizás sean necesarias unas reflexiones al albur de lo que ha significado el virus Sars-Cov-II en el sector.

Un FITUR caluroso, solitario y eminentemente financiero. Efectivamente, esta edición va a venir marcada por diversas circunstancias: su mes de realización o la poca afluencia de expositores y profesionales acreditados. Pero por encima de muchas cosas, probablemente vaya a ser la feria de los consultores, ejecutivos de banca y representantes de fondos internacionales. Y es que se va a hablar mucho más de finanzas corporativas, fusiones y compras. Mucho más que de destinos o de nuevas sinergias comerciales, que fue para lo que se puso originariamente en marcha FITUR. No debería ser extraño que de los contactos habidos estos días en IFEMA fructifiquen potentes acuerdos en unos meses.

La feria de la pregunta incómoda. ¿Sobran hoteles u hoteleros? Puede parecer un objeto para charlas de grupos antisistema. Nada más lejos que eso: fue una de las cuestiones estrella abordada en el webinario La reactivación del turismo según las principales consultoras, organizado por la empresa de marketing turístico Inturea hace tres semanas. Como ponentes: Bruno Hallé, co-director ejecutivo de Cushman &Wakefield Spain, Inmaculada Ranera, directora general de Christie &Co en España y Portugal, Antoni Cuadrada, director de la oficina de Barcelona Horwarth HTL, y finalmente Javier Oroz, director de hospitality en Savills-Aguirre Newman España. Todos ellos sin ninguna sospecha de radicalismo, precisamente. Todos ellos en Madrid estos días. Por su habitual acierto analítico justifican sus honorarios. Cuando se lanzó al aire la pregunta retórica no era más que una educada boutade, pero con una respuesta muy bien fundamentada en cifras y datos. No obstante, ha pasado muy poco tiempo y los acontecimientos empiezan a dar la razón a sus formulantes. No debería sorprender en absoluto: cuando las principales voces de la consultoría hotelera nacional elevan tan incómoda cuestión - cosa insólita en un mundo tendente a la discreción y al silente trabajo entre bambalinas - ello puede decir que agua debe llevar el río. No será nada anormal que en la feria se repita, resultados económicos mandan.

¿El FITUR de la concentración? Puede ser uno de los caballos de batalla estos días en el ferial. Los antes mencionados ya lo dieron a entender como mensaje en clave de futuro: a día de hoy y en España, la dispersión en múltiples marcas hoteleras puede estar penalizando al sector más que hacerlo competitivo. Se cuentan más de cuatrocientas cadenas hoteleras en el suelo nacional. Si bien hay estrategias muy acertadas como la especialización en un determinado producto, la mayoría optan por presentar el mismo esquema una y otra vez. A tan sólo unos metros de distancia en la mayoría de los casos. Sin aportar valor diferencial, vital en la justificación de un precio más alto que otro. He aquí una de las problemáticas generalizadas de la economía española. Desde Platja d’Aro hasta la isla de Hierro, desde A Coruña hasta la mallorquina Ca’n Picafort. Siempre existen honradas excepciones, afortunadamente. Pero pocas, siendo sinceros.

La Feria de los concursos. La otra gran idea, tanto del debate como de este FITUR: si las propiedades no empiezan a armonizar sus precios de demanda con los que los optantes están dispuestos a pagar, este noviembre los juzgados de lo mercantil podrían verse saturados por la presentación de concursos de acreedores. ¿Más vale vender un hotel que perder toda la empresa? Ése es el mensaje que se quiere hacer llegar. Lo que sí parece más claro es que si nadie lo remedia este noviembre empezará una catarata de concursos voluntarios - o no - de acreedores por insolvencias que puede paralizar la ya sobrepasada Justicia española.

La Feria de la liquidez. En contraposición al anterior punto, cabría calificar como histórica la disponibilidad de capital para comprar activos hoteleros. Tan sólo en hospitality funds o vehículos de inversión estrictamente hoteleros hay dinero suficiente como para comprar tres veces los todos los establecimientos españoles. Por tanto, la falta de dinero no es el problema, sino mayormente las pretensiones de los cedentes. Por la capital de España pasarán estos días las planas mayores de los mayores fondos internacionales de inversión. Dispuestos a pagar por un establecimiento lo que el mercado dicta. Que no es exactamente lo que muchas propiedades desean oír. ¿Deberían aprovechar las propiedades esta oportunidad? Es una decisión compleja, evidentemente. Ahora bien, dichos nuevos players tienen una paciencia limitada. Si los detentores de los dominios siguen en su política de precios poco reales, es muy probable que los consejos de administración de los fondos determinen deshacer posiciones compradoras e ir con el dinero a otra parte.

Baja rentabilidad, alta necesidad. Después de los anuncios de los grandes operadores británicos sobre su posible retraso de inicio de temporada turística, pocos son los que auguran una temporada lo suficiente rentable como para poder equilibrar determinados balances económicos. Que ya venían tocados de la crisis financiera global que tuvo lugar entre el 2008-2013. La competencia internacional y la más que probable restricción emisora harán que los EBITDA finales no vayan a ser tan positivos como se previeron en noviembre pasado, cuando se oficializó la vacuna. Quizás sea demasiado tarde intentar vender este octubre - cuando muchos empresarios de diferentes ramos de la economía decidan lo mismo, por cierto - que ahora, con dinero fresco y ganas de ser colocado. Eso sí: siempre y cuando sea en un proceso ordenado.

Poca comprensión. Hay unanimidad en juzgar la gestión del gabinete Sánchez respecto al sector turístico: ni lo ha entendido ni (parece) quiere asumir su importancia. Excepto la brillante asunción de los ERTE, la confusión entre ayuda y préstamo ha lastrado aún más al empresariado. Este FITUR no va ser una excepción, y los lamentos se podrán escuchar en todos los pabellones autonómicos. Tanta unanimidad debería hacer reflexionar a más de uno. Pero no: se sigue confundiendo caridad con estrategia a largo plazo. La Feria de los fondos. Quieran o no los políticos y la misma clase empresarial, los fondos internacionales han venido para quedarse. El turismo, quizás el último reducto de nuestra economía aún en manos nacionales, va a ver muchas modificaciones en los próximos años. También las patronales del ramo van a verse afectadas por su entrada. Con lo que puede conllevar en las diferentes mesas de diálogo sectoriales. Es muy posible que para el próximo convenio laboral aún sea demasiado pronto. Pero el que se deba renovar hacia el año 2030, no serán de extrañar posiciones muy duras. En definitiva, una edición realmente singular. En la cual puede que se empiece a decidir un determinado concepto hotelero que quizás no guste a muchos, pero es el que se va imponiendo en todo el mundo. ¿Se podría haber evitado? Con ayudas que hubieran merecido tal nombre, el problema no sería tan severo como el que tenemos en la actualidad. Pero honestamente, no creo que sea momento de lamentaciones, sino de adaptarnos al futuro con el máximo brío posible. Quien no lo haga, quedará definitivamente fuera no ya del negocio, sino de la sociedad que está por venir. Ello incluye a la clase política, por cierto.

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