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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Oportunidad para el futuro partido verde de Iñigo Errejón

La descomunal victoria electoral del analfabetismo trumpista de Díaz Auyuso inopinadamente abre las puertas a la posible eclosión del partido verde español

Iñigo Errejón

Constatado el hundimiento del PSOE en Madrid, que atañe directamente al presidente Sánchez, se atisba inopinada oportunidad de que haga acto de presencia, con posibilidades reales de competir electoralmente, un partido verde, con expectativas similares a las que alimentan a los émulos de Alemania, Austria y otros países europeos donde el partido verde o bien ha sustituido como referente a la socialdemocracia o la complementa desde posiciones de fuerza. Más Madrid, el artefacto político de Iñigo Errejón, que ha tenido como cabeza visible en las elecciones madrileñas a la doctora Mónica García, política a la que se augura notable futuro, posee los aditamentos necesarios para convertirse en el partido verde que ha pugnado inútilmente por establecerse en las Españas. Errejón ha apiolado a su gran adversario: el fundido en negro de Pablo Iglesias, que lo deja para desespero de la flamígera recalentada derecha, después de haber soportado acoso infame, confirma dos hechos: primero, que Errejón era quien acertaba al querer imprimir en Podemos estrategias y ritmos nítidamente diferenciados a los «leninistas» implantados por Iglesias y sus «revolucionarios» conmilitones, que sí, que ha puesto del revés el mapa político, pero exhibido negligente incapacidad para establecer alternativas viables. El dimisionario nunca entendió la fortaleza de las instituciones alumbradas por la Constitución de 1978. Debilitada. En trance de mutación profunda. En modo alguno susceptible de ser liquidada con «asalto al palacio de invierno» por la insurgencia bolchevique. A Errejón lo echaron, insultado por los analfabetos de Podemos (carecen de las habilidades de la colega Isabel Díaz Ayuso), que los hay, entre ellos la ministra Irene Montero, y comisarios políticos comunistas estilo Juan Carlos Monedero, que frecuenta el lado oscuro de la fuerza acompañado de esa otra contraparte que es el fascista de Vox Javier Ortega Smith. El creador de Más Madrid está sabiendo aguardar al momento oportuno: parece estar llegando con el presunto debilitamiento socialista. Nos las vemos previsiblemente con momento propicio para lanzar al partido verde español. Errejón, el dirigente más inteligente de la nueva izquierda, hallará socios en los partidos periféricos dotados de componentes nacionalistas con variadas dosis de intensidad, pero compartiendo anhelo común: la vieja añoranza de constituir plataforma estatal, defínase como se quiera, capaz de competir electoralmente; ese armazón no puede ser otro que la del partido verde. En esas está Errejón.

Los recios tiempos por los que discurren nuestras vidas no permiten aventurar desenlaces. Son épocas no ya líquidas, sino eminentemente gaseosas. Las mutaciones se suceden adquiriendo velocidades siderales. No hay certezas. No las hubo en Europa después de la Primera Guerra Mundial y la mal llamada gripe española, la pandemia del pasado siglo en la que nos miramos en la naciente centuria. El siglo XX rompió aguas abruptamente: comunismo y fascismo arrumbando creencias que se daban por consolidadas; han transcurrido diez décadas; las certezas han vuelto a disiparse. Prevalece, eso sí, la constatación cada vez más extendida de que el futuro será verde o tornará en Apocalipsis. Lo entiende la gran mayoría. Las excepciones son las derechas trumpistas, entre las que se hallan las ariscas españolas radicadas en Madrid, donde, insistamos, han cosechado victoria electoral tan contundente como estéril se demostrará en no excesivo plazo, por lo que especular con las buenas perspectivas que se abren al proyecto de Errejón no es decantarse por apuesta descabellada.

Acotación hilarante.- Pablo Casado ha cacareado, revestido de la fatuidad que le adorna, que en el PP caben Vox, Ciudadanos y algo del PSOE. Es factible que barrunte que puedan incorporarse ERC y Bildu; nos descartemos que Puigdemont tenga acogedor espacio.

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