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Norberto Alcover

En aquel tiempo | Está ahí y se llama soledad

Hanna/Sara Polley y Joseph/Tim Robbins se encuentran en una plataforma petrolífera lejana de la costa. Están heridos por la vida, por las amistades ausentes, por el dolor del agravio físico y moral, están solos. Y solamente en la medida en que pongan en común esa soledad dolorida y abandonada, se hará posible la reconciliación con la vida mediante el amor como hombre y mujer. Salen de sus respectivas burbujas y desembocan en una paz serena y pletórica de futuro. Han conocido las propias llagas y también las ajenas. En el dolor desesperado, encuentran lo que tantas veces han pretendido: la paz y la serenidad en pareja. Escribo de La vida secreta de las palabras, de la catalana Isabel Coixet, una de las mejores películas españoles de este siglo, realizada en 2005.

Según el Informe España 2020, realizado por la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura y el Encuentro, de la Universidad Comillas/Madrid, tras los meses de pandemia el 11% de los españoles han entrado en soledad grave, mientras el 5,3% ya la padecían desde años atrás. Y la Comisión Europea detecta que el 7% de los europeos también la padece como auténtica enfermedad. Respecto de sus causas, denuncian varias, con matices complementarios según la fuente concreta: sentirse deprimido de forma permanente, carecer de trato con amistades, sentirse desconectado del mundo, una tendencia incontenible a llorar/sollozar, sentirse dejado de lado, tristeza y, en fin, no sentirse entendido. Estamos ante causas/síntomas en una feroz conjunción de realidades y consecuencias que se muerden la cola, pero que sumen a las personas en una hondonada de frustración y ensimismamiento pretendido, que asusta, entristece y nos supera. Muchas de las cosas que comenté al hablar del Teléfono de la Esperanza, tienen su lugar aquí mismo. Así como también las terapias entonces sugeridas.

Según la mayoría de autores tal soledad solamente es susceptible de comenzar a solucionarse mediante «la compañía humana”» si bien los animales de compañía ayudan también sin ser la solución definitiva. Es muy relevante sentirse en contacto con la corporalidad ajena, que te miren a los ojos con cariño, que te acaricien. Puede que la soledad interior busque, de nuevo, el abrazo exterior. Lo de siempre y que tenemos tan olvidado. Y por esta razón, cada día crecen más los movimientos sociales capaces de intervenir en estas situaciones que provocan suicidios en cadena. El mundo del Voluntariado, de tanta relevancia en nuestras sociedades en que el Estado no alcanza a cubrir todas las situaciones sanitarias. Como sucede con los paliativos en otras situaciones… pero también en esta.

Por esta razón, países como Reino Unido y Japón, con otros al borde de lo mismo, han creado Ministerios para la Soledad. Sobre todo, en Japón, la soledad se ha convertido en un problema de altos costes porque comienza a ser «un acto voluntario» la decisión de vivir a solas. Por otra parte, y aunque solamente sea un dato indirecto, el número de solteros y solteras alcanza en España al 36% de la población (52% hombres y 48% mujeres). En total, 14,4 millones de personas en esta situación. Insisto en que no se trata de una relación «causa-efecto», en absoluto. Pero estamos ante situaciones propensas a que, con los años, se produzcan síntomas de soledad comentados. Si bien los singles vayan en aumento por la sencilla razón de los sistemas sociales y productivos imperantes.

«No es bueno que el hombre esté solo», leímos en su momento. En absoluto es bueno, y causas muy relevantes tienen que darse para una opción que no sea compartir la vida con otra persona. Causas que todos conocemos. Si nuestras sociedades aciertan a enfocar estas situaciones, tenemos la convicción de que muchas personas, sobre todo mayores, recuperarán su felicidad, sin dejar de intuir que, por el aumento de solteros y solteras, nuestros singles nacionales han llegado para quedarse. Los estamos forzando a tal opción. Y seguramente muchos y muchas solteras que lean estas líneas me dirán que, en este momento de sus vidas, se sienten felices. Desde mi punto de vista, el interrogante está en el futuro, en el paso de los años, en ese momento en que se necesita más calor humano y más compañía de alguien. En todo caso, puedo equivocarme.

Hay otro momento en que nuestro cine nos ha desvelado cuanto llevamos escrito. Se trata de esa escena en que un marido alejado de su esposa la contempla sedada en su cama hospitalaria. Al quedarse mudo, vuelve la mirada al enfermero, un excelente Javier Cámara, y éste le dice, señalando a la paciente: «Hable con ella». De esto se trata.

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