Diario de Mallorca

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Pedro Coll

La ceremonia del miedo

Estreno de ‘Patriotismo 36-77’, la Ciudad del Arte, La Habana.

‘Ellos no necesitan matarte para matarte’

El 28 de octubre de 2018, estando en La Habana, fui invitado al clandestino pre-estreno de una obra de teatro titulada Patriotismo 36-77, escrita por Lynn Cruz, escritora y actriz cubana, esposa del director de cine Miguel Coyula, autor de Memorias del desarrollo, film finalista en el Festival Sundance de 2010. 

Fueron dos horas de tensa atmósfera en los pasadizos de la Ciudad del Arte, a las afueras de la capital cubana. La detención de unos periodistas, mientras se desplazaban para asistir al estreno, nos puso en aviso de que los servicios de la Seguridad del Estado estaban al corriente. Asumiendo su riesgo, Lynn y los demás decidieron seguir con el plan. Yo, que era un simple ‘empotrado’, y unos quince invitados más fuimos los testigos únicos de aquella emotiva y arriesgada representación que me trajo sensaciones de mi época universitaria, ya en los últimos años de la dictadura franquista. En aquellas catacumbas abandonadas de ladrillo rojo se escenificó un relato dramático, explícito y extremadamente valiente sobre la represión y el miedo, sin evitar nombres y apellidos intocables. Al acabar, recogimos y regresamos a nuestras casas sin incidentes. Supe que un vídeo del acto, en el que aparecíamos también los asistentes, había sido subido a Youtube y se había hecho público. Pero nada ocurrió en los días que siguieron y al final me quedé con la duda de por qué la Dirección de Inteligencia decidió no intervenir, a pesar de la ferocidad del alegato de Lynn. Motivos debió haber para que optaran por no remover el avispero y tan sólo tomar nota. Nota toman siempre.

El miedo es el arma más efectiva de los regímenes totalitarios, es una ciencia. En su manejo saben cómo ser extremadamente refinados. Si quienes han tenido la suerte de no vivirlo quieren profundizar en el tema les recomiendo que vean La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnesmarck, 2006. Ahí se muestran los sutiles y tenebrosos mecanismos opresivos de la Stasi, el órgano de inteligencia de la Republica Democrática Alemana, prima hermana de la KGB soviética e inspiradores del G2 cubano. Similares métodos se dieron también en los sistemas represivos del extremo ideológico opuesto, dictaduras históricas afortunadamente desaparecidas que muchos conocemos por haberlas vivido. Franco, para nosotros, pero cito también las crueldades de Pinochet o de Videla, por su proximidad. Nada tan cierto como que los extremos pueden llegar a tocarse, no en el fondo, pero sí en las formas.

Estamos asistiendo a la aparición de sistemas totalitarios camuflados por un barniz de apariencia democrática. ¿Qué asemeja a populistas tan diferentes como Maduro, Orbán, Bolsonaro, Duda, Duterte o Putin? Pues que utilizando el juego democrático promueven cambios legislativos que les van a permitir perseverar en el mando y ejercer una autoridad prácticamente absoluta. El acoso y derribo del opositor Alexei Nalvani por parte del presidente Putin (graduado en democracia por la KGB) es un claro ejemplo del manejo del poder por parte de quien se permite el teatro de celebrar elecciones conociendo de antemano que va a ser el ganador. ¿Hacia donde creemos que soñaba encaminarse el colérico Donald Trump al presionar al Secretario de Estado de Georgia para que ‘encontrara’ (de la manera que fuera) los 11.780 votos que necesitaba, o calentando torpemente las dañadas neuronas de aquellos frikis republicanos en su ataque al Capitolio? Esta vez las urnas lo defenestraron, pero con su ira potenciada por la humillación acaba de ponerse en marcha de nuevo, «nuestro movimiento acaba de empezar» ha advertido nada más superar su segundo impeachment. Hitler evolucionó a partir de un inicio democrático para acabar llevando a Alemania, un país ejemplar, europeo y culto, a donde la llevó. ¿Hacia qué nos estamos deslizando?

El hábil manejo del miedo, esa técnica de control mental que todos los absolutismos acaban utilizando una vez aposentados consigue ir retorciendo el subconsciente humano, domesticándolo, anulándolo, destruyéndolo. A eso se refería un disidente cubano al que oí decir esta escalofriante frase: «ellos no necesitan matarte para matarte». En el otro extremo ideológico, ¿recordáis la ‘caza de brujas’ de McCarthy?

Así hablaba Lynn Cruz de su obra, en La Habana, asumiendo el riesgo de su compromiso: «La idea nació tras un episodio represivo por parte de las fuerzas policiales de la Seguridad del Estado en abril de 2017, al tratar de presentar el documental Nadie, de Miguel Coyula, en la Galería El Círculo, en La Habana. De ahí surgió la necesidad de dialogar, a través del teatro, sobre la violencia psicológica y física por parte del Estado hacia todo el que lo critica de manera abierta. Esta acción la dedicamos a todos los que han muerto en nombre de la libertad, ya sea por desesperación, romanticismo o irresponsabilidad». 

Los intérpretes fueron Lynn Cruz, Juliana Rabelo (en la foto) y Juan Trápaga.

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