Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La orquesta del Titanic

Celebrar unas elecciones el día de San Valentín como hacen hoy los catalanes se presta a cualquier cosa pues el amor es ciego

Celebrar unas elecciones el día de San Valentín como hacen hoy los catalanes se presta a que pase cualquier cosa pues el amor es ciego y podemos acabar con inesperados compañeros de cama en el Palau de Sant Jaume. Miren, si no, los arrumacos que actualmente hace don Pedro Sánchez a don Pablo Iglesias después de haber jurado que no sólo no le quería sino que le producía insomnio. Otra que no debe dormir es la ministra González Laya, públicamente desautorizada esta semana cuando el vicepresidente segundo tomó posición a favor de Moscú diciendo que «no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España»... ¡sin que el presidente del gobierno le haya puesto en su sitio! La paradoja es que Iglesias estaría en la cárcel si fuera ministro de Putin. Un hombre tan desleal no merece estar en el gobierno de España.

Los catalanes votan hoy en ese bonito ejercicio de libertad y responsabilidad ciudadana que algunos confunden con la democracia cuando esta también demanda división de poderes, Estado de Derecho, libertad de prensa e información y otras minucias. Se dice que la democracia es el peor sistema de gobierno con excepción de todos los demás, aunque para mí no sirva tanto para elegir a los mejores, porque raramente sucede, sino para poder echarlos a los cuatro años que es una alegría que no se pueden dar los que viven en sistemas autoritarios tan del gusto de populistas a la moda. Según un informe de The Economist solo el 8,4% de la población mundial vive en democracias plenas y los españoles tenemos esa suerte aunque don Pablo no lo crea y aunque últimamente hayamos bajado unos puestos en el ranking, lo que no me extraña nada a la vista de lo que hay.

Espero que la peregrina idea de permitir votar en persona a ciertas horas a los infectados por covid no pase factura. Votar es un derecho y un deber pero hubiera sido más prudente que lo hicieran por correo, sin salir a la calle. Por otra parte sospecho que la abstención será muy alta y se deberá no solo al miedo a la pandemia, que es lo que se dirá, sino también al hartazgo con una situación política atrancada desde hace cuatro años y que los políticos se muestran incapaces de desatascar.

Algunos partidos siguen hablando de independencia, incluso de declararla si más del 50% de los votantes se inclinaran por esa opción. Es curiosa esa contumacia visto lo visto desde 2017. Cataluña lleva cuatro años de desgobierno, de presupuestos prorrogados, de falta de inversión y de empobrecimiento con miles de empresas escapando de la quema porque el dinero es muy poco patriota y no se deja engañar con facilidad.

El European Policy Information Center ha publicado un análisis demoledor, respaldado por Antonio Tajani y Juergen Donges, sobre los efectos que una eventual secesión tendría para Cataluña y que sintetiza en un empobrecimiento aún mayor tras las devastadoras consecuencias económicas de la pandemia en términos de desempleo y de empresas asfixiadas, que «se notaría especialmente en las finanzas públicas, la política monetaria y, dentro del sector privado, en el comercio exterior, el turismo y la inversión extranjera». Deja así claro que fuera de la Unión Europea hay mucha soledad y hace un frío pelón, y que aunque Cataluña exporta más a Aragón que a Francia, y más a Valencia que a Italia, sus exportaciones a Europa se encarecerían en un 15% y la deuda catalana se dispararía hasta el 112% porque ahora está respaldada por el Estado. Sin euro habría que «recurrir a otra moneda, devaluada, con la que pagar esta deuda» y también eso sería carísimo. Como lo serían una Justicia, una Defensa y una Diplomacia propias, cuyo coste el Informe evalúa en unos 39.000 millones de euros, que es más del doble del «déficit fiscal» inflado de 16.000 millones que Cataluña reclama al Estado.

Afortunadamente el voto es libre y cada uno dispone del suyo como más le apetece. Y así debe ser. Pero cuando veo algunos mítines independentistas no puedo evitar pensar en el Titanic hundiéndose mientras la orquesta toca y algunos brindan con champagne. ¿O sería con cava?

Compartir el artículo

stats